PARTE II.....APRENDIENDO

 

           

Las semanas siguientes antes del inicio de clases, Danielle permanecía cerca de casa y muy cerca de mí. Era como si hubiera regresado a la infancia y se estuviera uniendo a mí. Deseaba sentarse junto a mí, dormir en mi recámara y estar conmigo todo el tiempo. Necesitaba muchos abrazos y yo tenía que tranquilizarla frecuentemente.  ¿Cómo podría una criatura en estas circunstancias sobrevivir si no hubiera nadie allí para abrazarla? Después de más o menos un mes volvió a ser la adolescente independiente.

           

Algunos transexuales del Neutral Corner nos lo recomendaron el Señor Hunter como el mejor consejero de la comunidad. Fui a la primera consulta con Danielle porque no quería poner a mi nueva hija en manos de un extraño quien la pudiera convencer de que estaba loca para después poder “curarla,” o quien pudiera separarnos. Danielle vestía un atuendo muy femenino, pero aún estaba en su fase cursi—ceñida, corta, chillona—exagerada pero muy mona. El psicoterapista nos habló un poco acerca de nuestra situación, pero mayormente nos contó sobre todas sus experiencias. Preguntó si Danielle había sido traumatizada durante la infancia, porque pretendió haber realizado una investigación para probar su teoría que la transexualidad es causado por un trauma a los niños de menos de 31 meses de edad. Daniel tenía un año de edad cuando sucedió la inundación y pensé que su habilidad verbal había sido dañado. Ella había dejado de hacer sonido por completo y sólo sonreía, lloraba y apuntaba hasta que cumplió los tres anos. A estas alturas poco me importaba si había sido influído por un trauma a temprana edad, pues quería saber que hacer ahora.

           

El consejero Hunter nos pidió que llenemos un formulario de la Historia Personal de Danielle y que lo devolvamos con $150.  Nos dijo que también lo revisaría otra persona. También habría pruebas psicológicas más adelante que costarían $700, pero que todavía no debíamos preocuparnos de eso. Al terminar la entrevista, no nos dijo cuando deseaba volver a ver a Danielle. Sin embargo, sí nos advirtió que tuviéramos cuidado. Aparentemente la mayoría de los transexuales son golpeados por lo menos una vez por un compañero de cita si se entera de su pasado.

           

Descubrimos que el cuestionario se trataba mayormente de asuntos de adultos tales como: matrimonio, hijos, sexo y empleo. Sólo había una pequeña porción respecto a la familia, la crianza y la escuela, pero le devolvimos el formulario con el dinero. Nunca nos enteramos de quien más iba a revisar el cuestionario.  El  Señor Hunter me llamó un mes más tarde y nos recomendó a un endocrinólogo.

           

Nos acercábamos al final del verano y teníamos que encontrar alguna manera de meter a Danielle a la escuela. Para mí era obvio que tendría una mejor oportunidad si asistiera a otra escuela. De mi propria experiencia había aprendido algunos maniobras para inscribir a un hijo en una escuela específica en nuestro distrito escolar.  La mejor manera era mudarse a las cercanías de la escuela. Había por lo menos dos escuelas con listas de espera que no aceptaban estudiantes de mi vecindario, pero si uno fuera de cierta raza, podrían transportar un estudiante de un vecindario a otro, dependiendo del balance racial que la escuela necesitaba. Ya había aprovechado del juego de raza varias veces con los chicos mayores. Ya que mis hijos son la mitad hispanos y la otra mitad una mezcla de razas europeas, escogía la raza necesaria para una situación dada. En varias ocasiones sugerí que las escuelas eliminen las preguntas de raza enteramente, pues me oponía a escoger Hispano o Caucásico. Un estudiante no podía inscribirse como de origen racial mixto, aunque lo fuera, ni podía llamarse sólo Americano.

           

Mi objetivo más importante era encontrar una escuela que fuera segura para Danielle. Cuando le pregunté al Sr. Hunter acerca de las escuelas, me aconsejó llamar a los directores de las escuelas y explicarles la situación. Al encontrar una persona amistosa, podría inscribir a Danielle en esa escuela. No era fácil seguir su consejo, porque las escuelas no están abiertas durante el verano. La mayoría de los administradores estaban fuera y no regresarían hasta justamente antes del inicio de las clases. El tiempo se agotaba y si tuviera que mudarme, deseaba empezar cuanto antes.

           

Decidí ir directamente a la cabeza y llamar a la oficina del distrito escolar. Había toda clase de comités para estudiantes “quisquillosos” que les fomentaban el bienestar, la autoestima y la equidad, por lo que pensé que de seguro le podrían ayudar a Danielle. Después que me comunicaron de departamento a departamento, parecía que la persona que normalmente manejaba esta situación estaba de vacaciones. Finalmente me comunicaron con Ellen.

           

“¿Qué es la política del distrito escolar para tratar de un estudiante transexual?” le  pregunté.

Le hice otras preguntas y luego me hizo esperar mientras hablaba con su superior. De regreso al teléfono me dijo: “Nuestra política es que no podemos discriminar.”

           

“Esa no es mucha ayuda.”

           

Me volvió a decir, “no puedo decirle a Ud. más que no podemos discriminar.” Sonaba como si deseara decir algo más. Colgué con lágrimas de ira y frustración. Si no podían discriminar, entonces mi “chica” o podría estar en las clases de educación física de los muchachos o de las chicas, y las autoridades escolares no podrían hacer nada al respecto. Tal vez si entendieran la situación, no la querrían en ninguna de las dos clases de educación física. Decidí esperar unos días más para que regresara alguien que supuestamente sabía más acerca de colocar a un estudiante especial.

 

Después de muchas llamadas frustrantes, pude arreglar una cita para discutir el asunto cara a cara con un oficial de la escuela. Acudí a la cita con poca esperanza de recibir ayuda porque este oficial y yo habíamos tenido una batalla anteriormente con respecto al asunto de raza. Unos años atrás me dijo que el distrito escolar me llevaría a un tribunal y designaría una raza para mis muchachos ya que rehusaba especificar una raza para ellos. No cumplió esa amenaza, y esperaba que no se acordara de mí ni de las acaloradas palabras que intercambiamos esa vez.

 

 

Nuestra política es que no podemos discriminar.

 

 

Para mi sorpresa, fue cordial y parecía sincero en su deseo de ayudarme (aparentemente no recordó nuestro encuentro anterior).  Sin embargo, no tenía experiencia previa con una situación como ésta.  Después de preguntar, el departamento de computadoras me informó que el nombre de un estudiante no se podía cambiar a menos que se cambiara la acta de nacimiento.  Yo sabía que el nombre en la acta de nacimiento se puede cambiar, pero no el género, hasta después de la operación de cambio de sexo.

           

Él me dijo acerca de los programas alternativos disponibles en el distrito escolar.  Uno de ellos era “escuela en el hogar,” pero no me interesaba.  Había un programa mayormente para adolescentes problemáticos en que se pueden ir a su propio ritmo; eso tampoco serviría. Danielle no era una adolescente problemática y yo sólo había escuchado relatos negativos sobre este programa.  Me dijo de una tercera posibilidad--una pequeña escuela alternativa, que tenía pocas reglas, pero que fomentaba la responsabilidad de los estudiantes.  Asistían allí algunos estudiantes gay y lesbiana que no habían tenido éxito en otras escuelas.  El programa de educación física era informal, en lo cual los estudiantes usaban su ropa normal.  Éste parecía el lugar correcto para Danielle, así que llené los formularios necesarios.  Le dije que necesitaba saber pronto porque prefería vivir cerca de la escuela en vez de tener que atravesar la ciudad, y sería necesario mudarnos.  Quedamos en buenos términos.  Ni siquiera lloré. 

           

Unas horas más tarde me llamó con malas noticias.  Había una lista de espera de dos años para inscribirse a la escuela alternativa.

           

¿Hay otra escuela que pueda Ud. considerar? preguntó él.

 

Le dije, “Si Ud. puede encontrar un lugar donde esté protegida de ser golpeada, donde no se burlen de ella, y de preferencia donde no tenga que tomar educación física, avíseme.  Puesto que los directores de escuela todavía no han regresado, será difícil hablar con ellos.”

           

Anadió él: “Necesito hablar con otra persona más acerca de la escuela alternativa. Tal vez exista alguna esperanza de inscribirse, si esta persona habla con el director.”

           

Así que era todavía un juego de espera frustrante, con el tiempo haciéndose más corto. A principios de agosto, le di mi aviso de 30 días al administrador del apartamento, así que pronto debíamos mudarnos.

           

Al hablar con amigos y maestros, descubrí que habían bastantes hijos de los maestros en el programa de la escuela alternativa. Me pregunté cuánto tiempo habían estado en la “Lista”. Una semana más tarde, cuando estaba llegando al límite de mi paciencia, hablé con mi hijo David acerca de la escuela alternativa donde pensaba que Danielle estaría segura. Mi plan consistía en pedirle al distrito escolar que me informara sobre cuanto tiempo había estado en la lista de espera cada estudiante. Entonces diría que pensaba que había favoritismo y exigiría fuertemente la justicia.

           

David me dijo: “Madre, Madre. Vete al distrito escolar otra vez y diles que estás al borde de la locura porque estás tan mortificada por tu nueva hija, y diles que deseas que no le hagan daño a ella y que de otro modo te suicides y que no sabes que hacer y derrama unas cuantas lágrimas.”

 

Aunque detesto recurrirme a tales tácticas femeninas, hice lo que dijo. Las lágrimas brotaron fácilmente y tuve éxito. Los administradores de la escuela regresaron de vacaciones, se jalaron algunos hilos y finalmente me dijeron que podían inscribir a Danielle el viernes siguiente. Sugirieron que la inscribiera por su nuevo nombre y que no diera demasiada información. El director de la escuela sabía acerca de la situación de Danielle y sugirió que se le dijera también al consejero de la escuela. También me dijo que otro estudiante transexual había asistido a la escuela el año anterior, por lo que le pregunté si había alguna manera de que yo pudiera hablar con sus padres. El administrador de la escuela acordó en darles mi número de teléfono a los padres, para que ellos pudieran comunicar conmigo si lo desearan. Después de todo, parecía que el distrito escolar sí tenía un corazón.

           

Mientras que Danielle tenía su primera cita con el endocrinólogo, la inscribí en la escuela. Tuve que llenar las acostumbrados y numerosos formularios y me pidieron el expediente académico previo. Le dije a la oficinista que Danielle había asistido a una escuela en el Canadá y que no tenía la dirección a la mano.  Esto en parte era la verdad porque ella había asistido unos meses a una escuela en el Canadá mientras vivía con mi hermano uno o dos años antes. Danielle y yo decidimos cambiar su acta de nacimiento, cortando la fecha por un año, para que cuando su nombre previo y su nombre nuevo aparecieran juntos en la lista del computador, no sería causa de sospecha. Compusimos el nombre en la tarjeta de vacunas por medio de añadir a mano las dos letras más de su nuevo nombre al formulario. Y esta vez no hice escándalos de preguntas sobre la raza.

           

Nos olvidamos cambiar las fechas en los papeles de las vacunas y eso volvió a perseguirnos un año después cuando alguien notó que ella había sido inmunizado antes de nacer. Declaré que me lo confundí con los cumpleaños de mis otros hijos.

           

En mi propia mente, cuando trataba de justificar las mentiras acerca de los nombres y género, decidí que era necesario hacer las correcciones ahora, porque no se sabían los hecho verdaderos cuando nació. Empecé a llamar esto “componer la verdad”--la verdad como yo la veía. A veces uno tiene que hacer lo que tiene que hacer. Ponerla en un lugar seguro era más importante para mí que la información que deseaban saber los oficiales de la escuela o los burócratas estatales. Cuando afirmamos que Danielle era una estudiante nueva, descartaron todo su expediente académico anterior.

           

Había otras razones para estar aprehensiva acerca de la educación de Daniel, porque Daniel nunca parecía poder ponerse al corriente de su clase en la escuela. Incluso en sus años pre-escolares, era evidente que tenía problemas con los números y con el dinero. Deseaba jugar juegos de baraja y aprendía pronto las reglas, pero no podía contar los puntos en las cartas mas allá de seis. Cuando iba al parvulario sólo podía identificar su dinero del almuerzo como la moneda grande, la de tamaño mediano y la pequeña--25 centavos, cinco y diez. Pensamos también que era daltónico porque no podía aprender los nombres de los colores, aunque notaba y hacía comentarios acerca de los colores y las texturas más que la mayoría de los niños de su edad. Cuando se le preguntaba que le gustaba acerca del nuevo parvulario al que asistía, dijo: “me gusta porque tiene colores muy lindos”. En el primer día de clases notó que la puerta de cada salón alrededor del patio estaba pintada de un color pastel diferente.

           

Aunque la escuela lo pasó de grado, pedí que ella repitiera el primer grado. Todavía batallaba con las letras del alfabeto, pero no porque no hacía la lucha. Él amaba a su maestra y la maestra lo amaba, y no había comportamiento problemático. Parecía lo suficientemente listo, pero debido a su confusión con los números y las letras, sospechábamos alguna discapacidad de aprendizaje. Hice que lo examinaran en una universidad por un psicólogo educativo. Los resultados fueron que no tenía ninguna discapacidad de aprendizaje, pero no era tan maduro como se podría esperar para su edad. Lo examinó de nuevo al final del segundo año del primer grado cuando todavía no había dominado lo básico. El resultado fue el mismo--una vez que madurara un poco más, estaría bien.

           

A medida que progresaba en la escuela, continuaba a tener dificultades con las letras y los números y particularmente en aprender las tablas de multiplicar. Aprendió la del seis, pero cuando aprendía la del siete, se le había olvidado la del seis, no importaba cuanto yo lo ayudara o tanto que se ejerciera. Era un niño tan amoroso y feliz que no podía impacientarme con él. Salía muy bien en colorear y artesanías, y tenía un aprecio extraordinario para el arte y la belleza. Era muy sensible a los sentimientos de los demás y notaba siempre cuando alguien se sentía triste, enfermo o infeliz. Yo había leído que tal sensibilidad es común en las niñas, quienes son capaces de “leer” indicios sutiles y de notar pequeños cambios en las expresiones faciales, pero es poco común en un niño. Pero Daniel no tenía idea acerca de ayer o mañana, ni el significado de la noche o la mañana. Usaba las palabras intercambiadamente. Le gustaba cocinar y aprendió a leer lo suficiente para seguir una receta, pero no pensaba que jamás aprendería más fracciones que las que se usan en un receta de cocina.

           

Sin embargo, el porte y comportamiento femenino de Daniel habían sido de inquietud para algunos maestros y consejeros en el sistema escolar.

           

“Su hijo chasquea cuando camina,” dijo la maestra de tercer grado de Daniel. Yo sabía que quería decir que su cadera oscilaba y que caminaba como un niña. “Cada vez que los niños se forman para caminar de ida y vuelta al salón, le digo que deje de chasquear.”

           

Yo sabía que “chasqueaba” cuando caminaba, pero lamentaba que Daniel tuvo que sufrir esta crítica por parte de su inconsiderada maestra. Le dije a ella, “Si no interfiere en su instrucción, por favor ignórelo. Por favor deje de hacérselo notar y tan sólo déjelo en paz.”

   

La maestra parecía entender poco a los niños, y en cuanto era la única maestra de ese grado, así que nos mudamos a otra escuela.

           

El año siguiente me llamó un consejero de la escuela y dijo, “¿Sabe Ud. que su hijo está jugando con las niñas en el patio durante el recreo?” Pensé yo: “¿Por qué es eso dañino? Las niñas también son personas y ¿por qué debería importar que el quiera jugar con ellas? ” El consejero continuó: “se le ha escuchado a su hijo decir que él quiere ser una niña.”

         

Le pregunté, “¿Qué piensa Ud. que debo hacer al respecto?”  

         

“Bueno, no lo fomente Ud.,” fue su respuesta. “Diez años es demasiado joven para saber acerca de orientación sexual.” Le mencioné la conversación a Daniel, pero evadió el tema.

           

Cuando Daniel estaba en el octavo grado, me llamaron a la escuela para una conferencia con la enfermera y con el consejero de la escuela.

           

“Su hijo necesita consejería,” me recomendaron.

           

“¿Por qué piensan Uds. eso?”

           

“Porque llora cuando los demás niños le hacen burla.”

           

Me parecía como si estuvieran tratando de tratar los síntomas sin tratar la enfermedad. Me figuré que sugerían consejería para Daniel para cambiar su comportamiento porque no podían controlar a los niños que se burlaban de él y lo maltrataban de palabra. Nunca me dijeron abiertamente que pensaban que era gay, pero por un rato se andaban con rodeos.

           

Cuando pedí que me recomendaran un buen consejero, no sabían de ninguno, y el distrito escolar no tenía tales consejeros.

 

* . * . * . * . *

 

Cuando hablé con el endocrinólogo después de la primera consulta de Danielle, me alegré saber que tenía una actitud positiva aunque no había visto a muchos transexuales tan joven como Danielle. Le dio a ella la receta para hormonas, y le sacó sangre para análisis de laboratorio. Danielle estaba emocionada de haber alcanzado este punto tan importante. En la sala de espera estaban dos personas que ella había conocido antes en un grupo de apoyo y estaban muy impresionadas que Danielle ya pasaba tan bien. Comentarios como estos casi me hacían llorar, pero evitaba llorar frente a Danielle para no mortificarla ni estresarla.

           

Del consultorio del doctor nos fuimos al nuevo apartamento a firmar papeles, luego rumbo a la farmacia. Acabo de decirle a Danielle: “hoy ya no puedo con nada más,” cuando noté que el medidor de gasolina estaba en vacío.

           

En general, había sido un buen día, pero tener que tratar con inscripción escolar, citas, formularios, dinero y decisiones me había agotado emocionalmente. En la gasolinera, fui a usar el teléfono para contestar una llamada del beeper mientras que Danielle ponía la gasolina. Al salir del auto, dejé encerradas las llaves. Esa fue la gota que derramó el vaso. Caminé hacia atrás de la gasolinera, me senté en un macizo de flores y lloré y lloré. ¡Pobre Danielle! Los hombres de la gasolinera trataban sin éxito de abrir el auto mientras me lanzaban rápidas miradas preguntándose si tenían en las manos a una persona loca. Mientras tanto Danielle se encontraba tranquila. Llamó a la asociación de automovilistas y pronto llegó el mecánico para abrir la puerta. Para entonces ya me había sacado la tormenta de mi sistema y continuamos para adquirir sus hormonas—irónicamente, las mismas hormonas que yo misma estaba luchando para controlar.  Aunque nos dijeron que las hormonas no harían cambios inmediatos, de todas maneras estaba muy ansiosa por empezar. Desde entonces nos hemos reído bastante de como me senté llorando en el macizo de flores en la gasolinera. La manera de que manejó esa estresante situación y una madre “al borde” demostró su madurez.

           

Tuvimos que resolver el problema de llenar el sostén vacío de Danielle. Las adolescentes lo rellenaban de kleenex, y hay prótesis que se usa después de una mastectomía, pero Danielle necesitaba algo de término medio. Incluso los sostenes con el máximo de relleno no eran lo suficientemente lleno para satisfacerla. Tratamos varios remedios caseros tales como hombreras recortadas a la medida exacta, pero Danielle tenía la sensación que la gente podía distinguir porque no parecían reales. Danielle pensaba que dondequiera que iba, la gente le miraba el busto. ¿Qué era lo que otras personas usaban con éxito?

 

En mi primera cita con el grupo de apoyo Neutral Corner, les pregunté a dos personas amistosas como rellenaban el sostén. Se dieron cuenta que era una pregunta muy seria y me dieron buena información. Las almohadillas se llaman formas o moldes de senos. Hay varias opciones en el mercado, y cada de estas personas usaba un tipo distinto. Debido a que las formas de senos son caras y no son fáciles de encontrar, se ofrecieron a reunirse con Danielle y mostrarle el tipo de prendas de vestir interiores que usaban. Estas dos personas aceptaron mi invitación a tomar café más tarde durante la semana. Una persona llegó vestida como una señora madura muy propia y la otra en atavio de negocios con camisa blanca, corbata y sus senos en una caja. La escena me parecía tan cómica que casi no podía aguantarme la risa. Dos hombres crecidos, uno vestido como mujer, y otro como hombre de negocios mostrándole a quien parecía una chica adolescente la diferencia en senos postizos. Pero yo sabía también que era un asunto crucial.

           

Nos mostraron un tipo de formas de senos que era de silicone y parecía bastante a una prótesis de seno que se usa después de una mastectomía, y se sentía lo mejor al tacto. Otro tipo era una bolsa en forma de seno con bolsitas redondas rellenas de arena. Con esta forma de seno se podía agrandarla por agregar más bolsitas de arena o hacerse mas pequeña por quitar a algunas bolsitas. Escogimos el segundo tipo llamado “Bosom Buddies” (camaradas de confianza) porque parecía más durable, algo importante para una adolescente activa. Supimos comprarlas a un costo de un poco más de $100 el juego.

           

Cuando Danielle empezó a usar “Bosom Buddies” todavía se sentía insegura ya que parecían movérsele. Temía que se le aflojaran del sostén y fueran a parar donde no los deseaba. Para resolver ese problema, cosí broches de presión en la tela exterior de la bolsa y coloqué broches de presión en su sostén para hacerle juego. Estos ya han funcionado satisfactoriamente durante más de dos años.

           

A medida que las hormonas empezaron a hacer efecto y le crecieron sus propios senos tiernos y pequeños, tan sólo sacó unas pocas de las bolsitas. Estas formas eran difíciles de usar para nadar porque sólo tenía un par y se necesitaban varias horas para que se secaran.

           

Recordaré y estaré agradecida por mucho tiempo por la ayuda que esos dos transvestis nos dieron. Fue cómico pero muy útil.

           

Danielle usaba un tipo de ropa interior de faja apretada, a veces dos o tres pares encima uno de otro para darle confianza de que las partes que debían estar escondidas se mantuvieran así.  El término inglés usado para esto es “tucking” (es decir, ocultarse o fajarse).  También las hormonas sí ayudan a mantener las cosas bajo control. 

           

Justo antes del inicio de clases, los padres de una adolescente transexual de la misma edad de Danielle me llamaron para invitarnos a su casa, pero fui sola para proteger a Danielle de cualquier dificultad imprevista.

           

Laura y sus padres mostraron un gran interés por Danielle y Laura estaba muy desilusionada que Danielle no me había acompañado.  Su mamá y padrastro parecían complacidos de hablar conmigo a medida que platicamos sobre la manera que cada cual habíamos criado nuestro hijo especial.  Estuvimos de acuerdo en que no había razón para sentirnos culpables.  La mamá de Laura había querido una niña, pero sabía que este deseo apenas había causado que su hijo fuera niña; por mi parte siempre había estado contenta de tener muchachos.

           

A medida que hablamos, me enteré que la película favorita de Laura era La Cenicienta, mientras que la favorita de Danielle era Pretty Woman (Mujer Bonita), ambas películas mostrando a una mujer tomando una nueva identidad.  Laura había tratado de hacer su transición mientras asistía a una escuela secundaria local, pero cuando no resultó un éxito se cambió al mismo programa alternativo que Danielle estaba por empezar.  Ya que a Laura tampoco le fue bien en esa escuela, estaba haciendo un programa escolar en casa.  Era muy franca al explicar los cambios que las hormonas habían hecho en su cuerpo--aumento de los senos, redistribución de la grasa, y la falta de erecciones.  Afortunadamente nunca había tenido Laura mucho vello facial.

           

Para mí era tranquilizante ver a sus padres manejar la situación con comprensión. Lo hacían parecer tan fácil. Ellos no tenían que ver con la comunidad transgénero.

           

Cuando volví a casa y le di a Danielle el número de teléfono de Laura, la llamó inmediatamente. Platicaron durante horas ese primer día y siguen en contacto hasta ahora. Compartían ropa, consejos de maquillaje y amistades. Laura tenía una colección de muñecas Barbie que las mantenía ocupadas. Laura tenía cabello rubio, una voz baja y sexy y parecía una estrella de cine, y le gustaba cambiar de color de pelo y peinado cada semana. Parecía necesitar más atención y excitación que Danielle, así que siempre sabía donde estaban sucediendo las cosas y deseaba estar allí. Era más emotiva que Danielle, y le decía más rápidamente a la gente que era transexual, pero no “echaba de cabeza” a Danielle--o sea que no revelaba que Daneille también era transexual. A veces me preguntaba si la influencia de Laura era enteramente buena para Danielle, pero pensaba que Danielle era buena para Laura. Formaban una unión cercana ya que compartían una experiencia única.

           

Tan pronto como Danielle sacó su licencia de manejar ella y Laura hacían algo juntas cada fin de semana. Exploraban varias cafés que frecuentaban los gays y lesbianas, pero Danielle pronto se cansó de eso porque los hombres no le prestaban atención. También visitaban los centros nocturnos en México donde Danielle coqueteaba para poder entrar sin identificación.

           

No veía con frecuencia a los padres de Laura, pero todos sabíamos bastante acerca de la adolescente de cada cual, y sabíamos a donde llamar acaso que no llegaran a casa a tiempo. Cuando Danielle se quedaba fuera muy tarde, sólo deseaba que se estuviera divirtiendo porque merecía un poco de felicidad. Las chicas pasaron muchas noches en la casa de una u otra, por lo menos así lo contaron.  Esperaba que no se metieran en problemas con la ley, porque en nuestra ciudad hay una ley en contra de travestirse mientras se comete un crimen con el intento de fraude. La mayoría de las cárceles pondrá a los transexuales pre-operativas con aquellos de genitales semejantes, en otras palabras, tanto a Danielle como a Laura las pondrían con hombres.

           

Danielle nunca sintió la necesidad de los grupos de apoyo que me gustó asistir, pero ella y Laura a veces aparecerían ahí por un rato para divertirme y a presumirse de lo bien que les iba. Les gustó que los participantes les decía lo linda que eran.

           

Sentía que los padres de Laura tenían la tendencia de mimarla, y me di cuenta que yo hacía lo mismo con Danielle. Un ejemplo fue cuando andábamos comprando alhajas para su baile de gala. Le gustó un juego que costaba $80, y en mi mente había justificado que merecía el juego caro. Entonces encontró un juego muy parecido que sólo costaba $20 y lo compramos. Al irnos me dijo: “Ya podemos gastar los 60 dólares que ahorramos.” No lo gastamos, pero pensé a mí misma: “es una verdadera mujer.”

           

* . * . * . * . *

 

La vida les había repartido tanto a Daneille como a Laura una mano difícil de jugar, así que, como sus padres deseábamos hacer todo lo posible para facilitarles el camino.

           

Habíamos encontrado un apartamento que parecía un lugar decoroso para vivir cerca de la nueva escuela, y empezamos a mudarnos. Estábamos listas para mudarnos porque lo habíamos hecho con frecuencia. Pero esta mudanza era distinta. Tuve que reírme entre dientes cuando me di cuenta que mi actitud hacia mi hija había cambiado. En las últimas dos mudanzas desde que Ben Y David se habían ido, había dejado que mi hijo adolescente menor cargara cosas pesadas y tomara las tareas más difíciles. Ahora quería avisarle a mi nueva hija adolescente que tuviera cuidado al levantar cosas pesadas, y yo estaba dispuesta a cargar con la mayor parte para salvarle esfuerzos. Hasta entonces, no me había dado cuenta de tales actitudes de prejuicio de género, pero ahora aparecían de vez en cuando. Por otro lado, Danielle se sentía tan fuerte como siempre, y estaba tan dispuesta a hacer su parte y más para salvarme del trabajo más pesado. Ella quería que hiciéramos la mudanza nosotras mismas sin la ayuda de hombres. No había adoptado la actitud de una mujer desvalida e indefensa, sino más bien quería ser una mujer independiente. Me había enorgullecido de tener la misma actitud, pero ese día con gusto habría aceptado ayuda para mudarnos.

           

Otro caso de tener que examinar mi actitud hacia mi nueva hija era que yo no deseaba que manejara en México aunque sus hermanos lo habían hecho a la misma edad.

           

A medida que se acercaba el primer día de clases, estaba muy aprehensiva por Danielle. Una de las razones que escogimos esta nueva escuela fue su reglamento de plantel abierto para que ella pudiera venir a casa en cualquier momento que no se sintiera a gusto. Danielle todavía se sentía cohibida, y sentía que debía venir a casa al mediodía y rasurarse. Sin embargo, no se sentía cohibida de su vestuario. Tenía las últimas modas y tenerlas ayudaba a mejorar su confianza. También se sentía muy insegura de su voz. Debido a que había empezado a tomar hormonas antes que la voz le cambiara a profunda como hombre, tenía una excelente probabilidad de conservar una voz más femenina. Su voz estaba en un registro algo bajo para una mujer—y a mí oído muy aceptable--pero era para Danielle una preocupación.

           

Al final de ese primer día de clases, estuve muy tranquila de enterarme que todo le había ido bien.  Ella estaba contenta con la situación, y nadie había adivinado que había asistido a la escuela como chico el año anterior. Tenía la opción de usar el servicio sanitario de la enfermera, pero temía que le llamaría la atención, así que usaba el sanitario de las chicas. En caso de cualquier problema, la reconfortaba saber que podía localizarme por medio de mi beeper a cualquier hora. Ya que trabajo por mi propia cuenta, fijo mis propias horas y puedo salir cuando quiera me avisen.  Ella trataba de no mortificarme, pero hubo varias ocasiones en que fui a casa para estar con ella. Todavía necesitaba que la tranquilizara y abrazara con frecuencia. Las hormonas parecían causarle emociones parecidas a una montaña rusa. Algunos días lloraba y poco más.

           

Le dije: “A veces las mujeres tienen días en que lloran. Se llama acumulación de agua y a veces tienes que llorar para poder sentirte bien”.

 

 

 

A veces las mujeres tienen días en que lloran.

 

           

Una vez me llamó cuando llegó a casa temprano de un baile de la escuela porque tenía una espinilla en la nariz. La próxima vez bailó en un vestido nuevo que había hecho para la ocasión, hasta que apagaron las luces. Me alegraba que tenía la oportunidad de ser una chica – con espinillas y todo. Ella y yo muchas veces salíamos juntas a bailar Country Western y luego, a medida que conocía otros adolescentes, asistía a clases sólo para adolescentes. Una noche la recogía después de un baile y las chaperonas adultas me dijeron que Danielle era un encanto y muy madura. La gente frecuentemente decía eso acerca de ella, y yo siempre pensaba, “no tienen idea.” Camino a casa ella me dijo de una escena fea que había ocurrido: “algunas chicas mayores estaban remedando a otras chicas y burlándose de ellas,” dijo ella. “Apuntaban hacia mí mientras que bailaba. Paré, les di la cara y les dije que estaba cansada de que se burlaban de todo el mundo. Me maltrataron de palabra y me pidieron que saliera a pelear. Les dije que no quería pelear. Sólo estaba harta de que se burlaban de mí porque tenían envidia de lo bien que yo bailaba.” Danielle sintió que se lo había manejado bien y pensaba que las otras chicas se habían hecho ridículas. Se fueron después de hacer amenazas de hacerle daño e incluso matarla. Me explicó: “Quince años de cólera suprimida hacia la gente que se burlaba de mí subió a la superficie y lo desquité todo con esas dos chicas.” Estaba orgullosa de ella y triste de que su vida anterior había sido tan difícil.

 

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Mi trabajo me llevaba fuera de la ciudad por toda la noche dos veces cada mes. Solía dejar a Daniel solo, pero ahora era diferente dejar a Danielle sola. Me aseguró que estaría bien sola por esas noches, pero todavía deseaba estar cerca para protegerla. Cuando yo no podía estar ahí, hacía arreglos para que amigas vinieran a quedarse con ella.

           

Danielle tenía un gran deseo de tener una cama de una chica. Yo no sabía que las camas tuvieran género, pero fuimos en busca de una cama femenina. Encontramos una cama individual con una cabecera bonita con espejos y repisas. Tuve que admitir que sí se veía como si perteneciera en la recámara de una chica. Cuando nos la entregaron luchamos sin éxito tratando de armarla, así que finalmente nos tragamos el orgullo y pedimos ayuda de un hombre. El hijo de mi hermana, que es de la misma edad que Danielle, le mandó una linda botella de vidrio artesanal que trajo de un viaje a Europa, y ella la colocó en la cabecera. Su gesto de amor y aceptación significó mucho a Danielle.

           

El primer año escolar se pasó bastante tranquilamente, e ella hizo avances sorprendentes en sus estudios escolares. Estaba segura que tendría que ayudarla con la álgebra, pero la dominó sin ayuda desde el principio. Su clase de literatura y su escritura mejoraron, y avanzó a pasos agigantados en todos sus estudios. Era como si alguien le hubiera encendido las luces. Finalmente las cosas tenían sentido. Los maestros estaban hablando su idioma. Ahora podía pensar sobre la escuela y la instrucción en vez de estar sobrecargada con sentimientos y emociones inexplicables.

           

Un día me encontré con algunos de las profesores de Danielle en un café antes de clases. Estuvieron muy cortés: me alabaron por la manera en que la había criado. Cuando me hablaron de que tan buena adolescente era, tuve que morderme la lengua. Nunca pudieron haber imaginado la desventaja a la que tenía que hacer frente. Llegó a ser una parte de mi vida aceptar la alabanza sin revelar su secreto.

           

Deseaba que todo el mundo compartiera conmigo el gozo y la belleza de esta nueva persona, pero Danielle no deseaba que todos se enteraran, así que tuve que guardármelo alrededor de sus amistades, maestros y el vecindario. El grupo de apoyo de Neutral Corner era un lugar donde podía compartir mis sentimientos y mi orgullo en cuanto a los logros de Danielle. Ellos sabían la lucha que había sido, y yo sabía que ellos podían guardar secretos. Deseaba que mi necesidad de contárselo a otros se desvanecería con el tiempo—pero no ha sucedido así.

 

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Cuando estábamos buscando una escuela para Danielle, la clase de educación física había sido una gran preocupación. El consejero Hunter nos recomendó que un médico familiar escribiera una razón médica tal como un problema del corazón para eximirla. Tenemos un médico en nuestra familia que dijo que estaría dispuesto a hacer eso por Danielle, pero resultó que no tuvimos que ir por ese camino. En la escuela alternativa, los estudiantes no necesitaban usar ropa atlética para la educación física, excepto usar zapatos tenis. A medida que Danielle ganó confianza en sí misma, empezó a disfrutar de la educación física, una clase que no le había gustado antes.

           

En ciertaa ocasión me mencionó el programa de pruebas de Aptitud Presidencial: “Estoy tratando de hacer más de lo que se les requiere a las chicas porque me siento como si estuviera haciendo un poco de trampa.” Ella todavía estaba ajustando su manera de pensar para acomodarse a su nuevo género—relacionando su desempeño a los requisitos masculinos anteriores, aunque parecía una mujer.

           

El segundo año deseaba asistir a una escuela vía principal y participar en las clases normales de educación física, cambiándose de ropa de educación física con las otras chicas en el vestidor. Yo deseaba salvarla de posibles vergüenzas o problemas, pero de nuevo me mordí la lengua y le permití intentar cualquier cosa que fuera lo suficiente valiente de tratar. No quería retrasarla o hacer que se vuelva paranoica debido a mis temores. La posibilidad de que otra madre se enterara de Danielle me provocaba pesadillas. Si la política del distrito escolar le hubiera permitido sustituir danza por educación física, o no asistirla en absoluto, habría estado más cómoda. Decidimos que en caso de ser descubierta nos mudaríamos a otra parte de la ciudad.

           

Antes de decidirnos finalmente sobre la escuela vía principal preguntamos acerca de las regaderas. Ducharse para la clase de educación física era opcional debido a que los padres de familias de religiones orientales no permitían que sus hijos e hijas se desvistieran enfrente de otras personas. Yo pensaba que esta era una de las pocas reglas religiosas que tenían sentido. A mi parecer, es una práctica bárbara hacer que adolescentes conscientes, en diferentes etapas de la pubertad se desvistan enfrente de los demás.  Danielle usaba una camiseta atlética sobre su sostén y su ropa interior de faja como de costumbre para mantener la modestia mientras se cambiaba.

           

A medida que avanzaba el año, ella incluso se unió al equipo de carreras como un esfuerzo para mantener un cuerpo sano. De nuevo me preocupaba de que competiera contra otras escuelas porque temía que alguien pudiera reconocerla y objetaría a que corría en el equipo de las chicas. Dio su mejor esfuerzo, pero debido a las altas dosis de hormonas, se le agotaban las fuerzas antes de terminar la carrera. Cuando asistía a los encuentros de las carreras, yo escuchaba cuando las otras madres hablaban acerca de los problemas que tenían con sus hijos, pero tenía que quedar callada respecto a Danielle. Quería decirles lo orgullosa que estaba de mi sorprendente y especial adolescente, pero no rompí mi silencio. Parecía lo más sabio hablar con un entrenador acerca de Danielle, acaso que se surgiera alguna pregunta inesperada, pero no lo hice—y no hubieron problemas.

           

Danielle notó que algunas de las otras chicas en el equipo de carreras no tenían más busto que ella, pero no estaba convencida que podía dejar de usar las formas de senos.

           

Durante dos años de ensayo y error, encontramos varias opciones para un estudiante transexual encararse a la educación física en la escuela preparatoria. La enfermera del distrito me dijo que era fácil ser eximida de educación física en nuestro distrito escolar. Un estudiante con un problema de salud, defecto de nacimiento u otra condición que le cause una dificultad de ajustarse socialmente puede obtener un justificante de salud mental. Nadie me ofreció esta información cuando empezamos a preguntar acerca de educación física. Nuestro distrito también les da créditos a estudiantes que hacen otra actividad física fuera de las horas escolares tales como natación o fútbol.

           

Danielle estaba en una clase de coro durante el segundo año de la preparatoria en que los estudiantes aprendían tanto danza como música, preparándose para un espectáculo que montarían al final del semestre. El traje y los zapatos para el espectáculo costaron $60 y le di el dinero a ella sin muchas ganas.

           

Cuando llegó el traje, a Danielle le disgustó porque el vestido para las chicas estaba tan escaso. El cuello estaba escotado para usarse a los hombros, y las piernas estaban cubiertas inadecuadamente por una falda muy corta. No podía usar su sostén ni su faja con este traje y en general se sentiría muy incómoda. Unas cuantas pulgadas de paño habrían hecho una gran diferencia en esta escena.

           

Me preguntaba acerca del juicio del maestro escamoso que escogió el traje inapropiado que definitivamente no estaba de acuerdo con el reglamento escolar. Mi primer impulso fue hacer guerra contra la escuela, pero Danielle deseaba manejar el asunto por sí misma por despedirse de la clase sin hacer olas. Ella lo hizo a su manera, pero más tarde sí contó mi opinión cuando surgieron otras preguntas y preocupaciones respecto a esta clase.  Danielle había tenido que encararse a unas situaciones difíciles, pero parecía estar ajustándose bien en la escuela. Aunque en algunas ocasiones era muy valiente, esta vez sólo quería retirarse. Mostró una sorprendente madurez al reconocer cuales batallas debe luchar. Escogió sabiamente sus guerras, diferentemente de la manera que yo escogía luchar todas las batallas que se presentaban.

 

           

           

 

 

 

 

  

 


 

 

INTRO 

 PARTE I

 PARTE II

 PARTE III

 PARTE IV

 PARTE V

 

 


 

 [SJ update of 9-17-04]