Fetichismo Travesti, también llamado "Autoginefilia" durante un tiempo por Blanchard, Bailey y Lawrence: ¿Son etiquetas o estigmas?
Algunos hombres inclinan intensamente al travestismo, se preocupan por sus sentimientos descontrolados de adicción al travestismo y a la masturbación, y buscan ayuda socio-psicológica para controlar a esa adicción. Los psiquiatras han considerado que este grupo, según su Manual Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-IV-TR, 2000,) sufre de una “enfermedad mental” llamado “fetichismo travesti.” No se sabe la causa de esta condición, ni hay remedio, salvo ayudar a la persona a no preocuparse tanto de ello, a aceptarlo y a disfrutarlo.
Desgraciadamente esta vieja etiqueta psiquiátrica tiene una imagen
extremadamente negativa y tiene el efecto iatrogénico de intensificar la
culpabilidad y la vergüenza de las mismas personas que acuden a
psiquiatras para ayuda. Esta práctica de psiquiatras de poner etiquetas
difamatorias ha causado en sí mucho del dolor innecesario que sienten
los travestis acerca de su "condición" (así estos psiquiatras se han
asegurado también un flujo constante de ingresos). Durante algunos años
recientes, entre 2000 y 2004 aproximadamente, la situación se empeoró
aún más cuando un corrillo de sexólogos trataron de etiquetar a casi
todas las mujeres transexuales con la misma vieja diagnosis
estigmatizante.
Así es cómo pasó:
Durante los años 80 el sexólogo
Ray Blanchard
del Instituto Clarke de Canadá (ahora el CAMH) acuñó la nueva palabra
“autoginefilia” para reemplazar “fetichismo travesti,” describiéndola
como la condición de “sentir excitación sexual hasta masturbarse al
verse o fantasear que se es una mujer.” Declaró que esto era una
“parafilia sexual” de la misma clase como pedofilia y zoofilia, y empezó
a hablar de esta palabra fabricada como si fuera un gran descubrimiento
científico. Luego, se puso a “probar científicamente” que la
masturbación al fantasear de sí mismo como una mujer era una causa
básica del transexualismo, así negando la existencia de identidades de
género cruzado.
En el sistema médico canadiense, la mayoría de la gente transgénero canadiense tenían que pasar por la clínica de Blanchard para recibir ayuda médica. Allí, todos los clientes transgénero fueron interrogados insistentmente acerca de sus hábitos de masturbación, y no tenían ni idea que servían como sujetos de investigación para probar la teoria de Blanchard (¿quien tal vez se subscribió al viejo mito que la masturbación te vuelve loco?). Cualquier relato de masturbación al “pensar de sí como una mujer” se consideró evidencia concreta de “autoginefilia,” aún cuando la persona no se masturbaba de manera masculina, sino simplemente pensaba de sí como una mujer porque así se veía. Como sabemos, casi todo el mundo se masturba de vez en cuando, incluso las mujeres nascidas y las transexuales. No es de extrañar que con el paso del tiempo Blanchard diagnosticó “autoginefilia” en la mayoría de sus pacientes transexuales.
Tristemente para Blanchard, su teoria no iba a alguna parte. Para mediados de los años 90 su teoria era, fuera del Instituto Clarke, una curiosidad histórica. Mientras tanto, fetichistas travestis continuaron pasando por varias clínicas transgénero pero aprobaron muy pocas para la CRS salvo las que fueron diagnosticadas por el Clarke. Después de todo, la gran mayoría de los hombres saben bien que castrarse no va a mejorar su placer sexual masculino. Además, se supo que los hombres fetichistas que se habían sometido a la CRS a menudo se volvieron locos unos pocos años después, como en el caso de Gregory/Gloria Hemingway (vea tambíen la página de Lynn Aviso Sobre la CRS).
[Algunas clínicas como el Clarke continúan especializándose en casos de fetichistas más adultas como Gregory/Gloria, que no sufren de disforia de identidad de género, y aprueban a algunas para la cirugía CRS. Pensando que estas otras pacientes son mujeres transexuales, ellas que sí sufren de disforia de identidad de género se pueden llevar una impresión chocante y falsa de lo que podría ser su propio futuro. El artículo de fe entre los consejeros en tales clínicas es que las transexuales son hombres con una enfermedad mental y que hacer la transición les va a destrozar la vida y a costarles todo. Si su consejero utiliza estas palabras, ¡busque otro consejero! Encuentre a alguien que le ayude a tomar buenas decisiones y que le prepare para un buen resultado en vez de fortalecerle contra uno malo.]
Más tarde, a mediados de los años 90, J. Michael Bailey, un catedrático poco conocido de la Universidad Northwestern, se encaprichó con la teoría de Blanchard (tal vez porque Bailey reverenciaba a Blanchard, que era en la época un personaje de mucho poder político entre los sexólogos). Bailey había estado estudiando hombres homosexuales, pero no sabía nada sobre mujeres transexuales. Para poder darse un halo de credibilidad como un investigador del transexualismo, Bailey entrevistó a un grupo muy reducido de mujeres transexuales. Las convenció de ser entrevistadas al ofrecerles cartas de autorización para la cirugía CRS. Luego, empezó a colaborar con Blanchard para resucitar la teoría vieja de éste.
Alrededor de 1999,
Anne
Lawrence, M.D. también se encaprichó con la teoría de Blanchard.
Lawrence, un recién transicionado fetichista (sin disforia de identidad
de género) que mantuvo un sitio Web de apoyo médico para mujeres transexuales, comenzó a
describir su experiencia como ser “un hombre encerrado en el cuerpo de
un hombre,” porque quería disfrutarse sexualmente por convertirse en un
hombre en el cuerpo de una mujer. Lawrence, autoproclamándose un “autoginéfilo,”
promovió la teoría de Blanchard en su sitio Web e comenzó a acusar a
casi todas las mujeres transexuales o de ser autoginéfilos o de mentir
sobre ello.
Blanchard, Bailey y Lawrence (BBL) pronto se juntaron con el objetivo de establecer la teoría de Blanchard como un hecho científico por medio de afirmarla constantemente, tal vez en búsqueda de fama científica. Por pura fuerza de personalidad y mucha intimidación, conseguieron un dominio político completo sobre la teoría del transexualismo entre los sexólogos durante los años 1999 a 2003, resucitando la teoría de Blanchard a todo costo. Nadie se atrevió a oponérselos, así que debe haberles parecido que su teoría “iba ganando aceptación.” En esta época Bailey consiguió elevarse al puesto de Preisdente de la facultad de psicología de la Universidad Northwestern, probablemente con la fuerte recomendación de Blanchard.
Bailey, Blanchard y Lawrence ganaron confianza y hicieron un gran lanzamiento público de la teoría en la primavera de 2003 cuando fue publicada por la prestigiosa editora de las Academías Nacionales. Llevando el título muy estigmatizante El Hombre Quien Aspiraría a Ser Una Reina: La Ciencia de Variación de Género y Transexualismo, la cubierta del libro mostró las piernas muy masculinas, peludas y nudosas de un hombre en zapatos de tacón alto. Increíblemente la teoría de Blanchard se afirmó en el libro como si fuera un hecho científico. No había ninguna mención de investigaciones más recientes que revelaron la existencia de identidades de género biológicamente establecidas. Esto ha sido la puesta en escena para una controversia enorme entre este puñado de sexólogos y casi la totalidad de la comunidad transgénero.
Esto había llegado a ser un momento crucial para la comunidad transexual. Después de leer las muchas citas transfóbicas del libro, la gente transgénero alrededor del mundo se organizó por medio del internet para investigar, criticar y combatir las ideas que propagaban BBL. Como resultado de estas investigaciones, se descubrió evidencia amplia de que Bailey no había hecho su trabajo y publicación conforme con las normas vigentes de investigación y ética científica.
Los sujetos de investigación de Bailey han presentado numerosas quejas formales en la administración de la Universidad Northwestern, con la ayuda de investigadores voluntarios transexuales. Bailey fue acusado de no informar a sus entrevistados que eran sujetos de investigación, de publicar detalles de sus narrativas confidenciales sin permiso, de seducir a un agradecido sujeto de investigación (para quien había escrito una carta de autorización para la CRS) y otra mala conducta similarmente grave.
Como resultado, la Universidad Northwestern lanzó una averiguación administrativo formal de los métodos de investigación y conducta ética de Bailey. Mientras tanto, la HBIGDA (la asociación internacional de psicoterapistas profesionales que establecen las normas de cuidado para la gente transgénero) escribió una carta pública a la Universidad Northwestern en la que denunció el libro de Bailey por dañar las relaciones entre los investigadores de sexo y la comunidad transgénero. Atolondrado por el rechazo a su protegido Bailey (y por consecuencia a su teoría) por la HBIGDA, Blanchard, encolerizado, dimitió como socio de la organización para evitar sufrir más rechazo de los demás socios.
El prestigioso Southern Poverty Law Center (Centro Sureño de Derechos de los Pobres) también denunció el libro como “ciencia rara” en un relato investigativo especial que trató la violencia contra mujeres transgénero. Luego, Madeline H. Wyndzen, PhD., analizó cuidadosamente la teoría y los relatos iniciales de las investigaciones de Blanchard y demostró que eran completamente defectuosos en un análisis comprensivo que publicó en el internet. Investigaciones seguidas revelaron que Lawrence, al enfrentar una investigación por su torpeza moral, había sido forzado a dimitir de su puesto de anestesióloga.. Finalmente, como resultado de la investigación interna que conducía calladamente la administración de la Universidad Northwestern, Bailey se vió forzado a dimitir su puesto de liderazgo intelectual como presidente de a facultad de psicología durante el otoño de 2004. Al regresar al puesto menos poderoso de profesor ordinario, Bailey no comentó acerca de lo que le había pasado. Su silencio, y el de su universidad, es muy expresivo de la vergüenza que se había atraído.
Para más información sobre la teoría de Blanchard, el libro de Bailey, y la bajada y caída de Bailey, Blanchard and Lawrence, vea Andrea James' BBL Clearinghouse (en inglés), el informe investigativo de Lynn sobre el libro de Bailey (en inglés todavía) y el artículo de Joan Roughgarden “Psicología Pervertida.”(es) Especialistas, historiadores e eticistas encontrarán documentación más detallada de este fiasco científico en la página Web “esquema histórico de sucesos y vínculos a la evidencia.”
Desafortunadamente, esta sólo era la más reciente de una serie larga de teorías desacreditadas del transexualismo que han propuesto psiquiatras, sexólogos y otros especialistas. En el futuro, en vez de inventar etiquetas altamente estigmatizantes para describir a las mujeres transexuales, y en vez de disputar eternamente entre sí el significado de estas etiquetas, es mejor que los sexólogos hagan algo más productivo: deben llevar a cabo seguimentos de transiciones de género en el mundo real, para ayudarnos a entender cuales factores dan lugar a transiciones con resultado positivo y cuales no.
Mientras tanto, cuando escuche la palabra “autoginefilia,” tradúzcala a “fetichismo travesti.” Luego, pregúntese: “¿tiene este término cualquier significado real? ¿O es, en cambio, nada más que otra estigma oficial manifestándose como una clasificación científica?” Para más aclaración acerca de palabras fabricadas que “definen” condiciones inexistentes como enfermedades mentales, vale la pena leer sobre la condición inexistente de “ninfomanía” y cómo se parece a la inexistente “autoginefilia.”
Para una crítica de toda la cuestión de las "etiquetas" volver a la página Sección I: Información Básica y vea la sección "Más allá de las etiquetas".
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