UNA ADVERTENCIA A AQUELLAS QUE PIENSEN EN SOMETERSE A LA CRS DE HOMBRE A MUJER:
 

¿Qué pasaría si logras completar una transición transexual,

pero la hiciste por motivos equivocados?

 

¡Sí entendiste!

¡De ningún modo debes equivocarte así!

 

Traducido por Sonia John
(en inglés)

 
 
En la gran mayoría de los casos, una transición transexual (TS) resulta bien a largo plazo. Sin embargo, en algunos casos una transición TS completa falla totalmente en llenar unas expectativas poco realistas, y la persona se da cuenta demasiado tarde que someterse a la cirugía de reasignación de sexo (CRS) fue un error TREMENDO. Esto parece ocurrir sobre todo en el caso de algunos travestis intensos y más viejos, y de algunas fetichistas, cuyos motivos para transicionarse se basan principalmente en sentimientos y hábitos sexuales masculinos. 

En las páginas de Lynn que tratan del transexualismo, hablamos de algunos de los riesgos sociales que tienen que enfrentar los transicionistas transexuales y transgénero.  En la página sobre la CRS, hablamos de algunos riesgos médicos de la cirugía misma.  En esta página tratamos algunos de los riesgos que incluye el someterse a la CRS donde el raciocinio global para la transición y/o la CRS es cuestionable.

Se pueden mencionar los siguientes entre los “motivos equivocados” para someterse a la CRS: (i) para ser un centro de atención y tener una “vida sexy,” (ii) para gozar de experiencias autoeróticas, (iii) creer que la cirugía le convertirá a uno automáticamente en una mujer, especialmente a la vista de los demás, y (iv) decidir convertirse en mujer por capricho (o mientras se experimenta una “crisis de la mediana edad”), etc.   

Los travestís y fetichistas más viejos, que transicionan principalmente para satisfacer una libido masculino, parecen experimentar más arrepentimiento y dificultades en ajustarse.  Con el transcurso del tiempo después de la supresión de los testículos, estos individuos pierden poco a poco sus reacciones sexuales masculinas (o sea autoeróticas) hacia su nuevo cuerpo femenino. La pérdida de gratificación sexual, junto con las dificultades prácticas de la vida cotidiana posoperada, puede resultar en que aquellas que “se han equivocado” fracasen en ajustarse a sus nuevas vidas a largo plazo. (Esto es un efecto muy contrario al aumento de una libido femenina y a la mejora de la capacidad de hacer el amor que experimentan muchas otras transexuales posoperadas.) 

El punto capital de todo esto es que la persona que no esté seguro de sus motivos para someterse a la CRS debe tener MUCHÍSIMO CUIDADO.
 
 
Algunos ejemplos de “arrepentimiento”:
 
Las historias siguientes son de personas que se han arrepentido de lo que hicieron, y que han hablado abiertamente de sus remordimientos. Podemos aprender mucho de tales casos, que ayudan a aclarar la naturaleza y validez de esta seria advertencia.

Renée Richards

Dani Bunten Berry

Sandra MacDougall

Samantha Kane

 

Sumario

 

 


 

 

Renée Richards

 

Considera primero la historia de Renée Richards, que transicionó y se sometió a la CRS en 1975 cuando tenía 40 años, y que el año siguiente fue sacada del armario y conocida como “la tenista transexual.”  La amplia difusión de su historia en los medios de comunicación ayudó inicialmente a una nueva generación de jóvenes transexuales, porque—exactamente como en el caso de Christine Jorgensen en mediados de los años 50—así se enteraron que un cambio de sexo era posible.  En 1983 Renée escribió una autobiografía sobre su transición llamada “Second Serve” (“Segundo Servicio”), lo que aumentó el interés del público sobre su situación y sobre el transexualismo en general.  Mucho de este interés se centró en la cuestión de permitir o no la participación de mujeres transexuales posoperadas como mujeres en deportes competitivos.  

   

Desafortunadamente, la extensa publicidad sobre el “cambio de sexo”de Renée (publicidad que en gran medida ella misma atrajo) resultó en una extendida imagen pública en la que se la veía como transexual en vez de como mujer. Los mitos que crecieron en torno a su historia generaron el concepto popular de que las mujeres transexuales posoperadas realmente no son mujeres, sino que son “lo que es Renée Richards.”  

Una parte del problema de la aceptación pública de Renée (y también de su propia autoaceptación) era sin duda su estructura facial insólita. Tenía un cuerpo muy femenino, muscular y atractivo, y se consideraría bella. Sin embargo, parece que nunca se dio cuenta que tenía un resalte de cejas bastante grande, una mandíbula grande y un mentón grueso y masculino. En los años 70 y 80, pocas mujeres transexuales se daban cuenta que estos rasgos indicaban señales obvias del género masculino y provocaron en otras personas una incomodidad instintiva y visceral. (La conciencia de este problema surgió durante los años 90 con la innovación de las técnicas de la cirugía de feminización facial, al aparecer fotos antes/después del trabajo del Dr. Douglas Ousterhout.)

Fuera por las razones que fuera, tal vez por causa de su fama deportiva junto con la amplia difusión de sus photos, la gente siempre pensaba en Renée como una transexual en vez de una mujer. Esto es muy distinto de las situaciones a las que hacían frente otras mujeres posoperadas bien reconocidas, como Christine Jorgensen y April Ashley—quienes aunque sufrieron problemas de discriminación, la gente pensaba en ellas como mujeres, y eran tratadas como tal, incluso en esos días de antaño.

Al final esto debió de haberse convertido en un gran problema para Renée. O quizás es posible que, al desvanecerse la atención de los medios de comunicación y al enfrentarse a su realidad social, emocional y física, también se desvaneciera su sueño de una vida interminablemente sexual y como centro de atención. En resumen, su transición falló en cumplir sus propias expectativas, y Renée ya reconoce que hubiera preferido que no haberse sometido a la CRS.

 
Renée Richards
 
  • “No es algo que debe hacer alguien que tenga 40 y tantos años...alguien que ya vivió esos años como un hombre. Si tienes 18 años y nunca tuviste las ventajas que tuve yo, y tienes el deseo de transicionar, ve para adelante y corrige ese error de la naturaleza. Pero si eres un hombre de 45 años, un piloto de aerolíneas, y tienes una ex-esposa y tres hijos adolescentes, mejor que saques una receta para tranquilizantes o antidepresivos, o internarte o hacer lo necesario para impedir que hagas algo como esto.”

    --Renée Richards (La Prensa Asociada, febrero de 1999)
     
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  • Puede que hubiera incluso problemas más profundos, por lo que podemos leer en su autobiografía. Renée había sido durante mucho tiempo un travestí intenso, y había cambiado muchas veces de opinión acerca de transicionar. En una etapa temprana comenzó a usar hormonas, pero al sentir dudas, dejó de usarlas y incluso se sometió a cirugía para quitar sus nuevos senos.

    Aún más, Renée se había reunido en Paris con un grupo de jóvenes transexuales posoperadas, y todas le habían advertido que no debía transicionar. Todas estas mujeres le confirmaron que estaban felices como mujeres completas. Sin embargo, le informaron a Renée de la existencia de “otras que no eran tan afortunadas.” Le contaron la historia de “una que no estaba lista, que no tenía la verdadera naturaleza femenina,” y que “se volvió loca después de la curigía.”

    Renée escribió en su autobiografía, “A la hora yo sabía que todo fue por mi bien,” es decir, que aquellas chicas trataban de aconsejarle que no transicionara, pero ella lo hizo a pesar de esta advertencia y terminó por arrepentirse profundamente.

    Por desgracia, Richards ya generaliza desde su triste experiencia y proclama que nadie que tenga más de 40 años debe transicionar. Los lectores deben darse cuenta que Richards no tiene contacto con la comunidad de mujeres posoperadas de éxito, y no sabe que algunas que transicionan tarde realmente lo llevan muy bien. Es una lástima que generalice de manera tan global e ignorante sobre los numerosos casos de éxito.

    De todas formas, el caso de Renée Richards es una buena advertencia para quien considere transicionar tarde en la vida.

    Podemos especular más sobre lo que pudo ir mal en su caso, y entender mejor como se puede hacer tales errores leyendo el caso de un crossdresser (travesti) intenso que transicionó y se sometió a la CRS. Lee detenidamente el ensayo siguiente escrito por Dani Bunten Berry, una inventora eminente de juegos de computadora que se sometió a la CRS en 1992 cuando tenía 43 años:
     
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    Dani Bunten Berry

    El ensayo de Dani que se reproduce aquí también se encuentra en un sitio Web que conmemora su vida, carrera y transición de género.  Dani era una mujer maravillosa que se responsabilizó completamente de sus acciones y no echó ninguna culpa a los demás (aunque los cuestiona) por lo que le sucedió.  Sus palabras francas y honestas sirven como buenos consejos a aquellas que sientan un impulso a someterse a la CRS por motivos equivocados, como hizo ella.

    Dani era una científica de la informática y la pionera de los videojuegos para múltiples jugadores; era muy conocida y respetada como una gran inovadora en este campo.  Los videojuegos para múltiples jugadores han llegado a apuntalar mucha tecnología moderna de colaboración electrónica, por lo que su trabajo tuvo un impacto extenso en la informática en general.  Para leer más sobre Dani y su trabajo creativo, ve al artículo de Salon.com del 18 de marzo, 2003.

    Aunque Dani se sobrepasó en su transición de género, prosiguió después con valentía y encontró algo de paz por dentro. Tristemente, en 1998 murió de cáncer de pulmón a la joven edad de 49 años, y ya no está aquí para hablarnos directamente. Debemos agradecer a Dani por habernos dejado este ensayo tan franco y personal. Por haber hablado tan abierta y honestamente acerca de sus dificultades después de la CRS, puede transmite a los demás, ahora y en el futuro, sus consejos de precaución.
     
     
     
    Dani Bunten Berry
    [1949-1998]
     
    "Una Nota Importante a Todas Que Piensen en Cambiar de Sexo"
    por Danielle Berry


    [Recopilada de una serie de emails que envié a personas que me hicieron preguntas acerca de sus propios cambios]

    ¡No lo hagas! Ese es mi consejo. Es lo más horrible, costoso, doloroso y desconcertante que jamás podías hacer. No lo hagas a menos que no haya otra alternativa. Tal vez piensse que tu vida sea difícil, pero a menos que tengas que elegir entre suicidarte o cambiar de sexo, tu vida sólo empeorará. Y los costes no terminan. Perderás el control sobre la mayoría de los aspectos de tu vida, te convertirás en ciudadana de segunda clase, y todo esto para poder vestirte como una mujer y sentirte más bella de lo que te sientes ahora. No lo hagas, punto y final.

    Ese es el consejo que me hubiera gustado recibir. Hice el cambio de sexo, ya paso bien como mujer, tengo un empleo excelente, pero no puedes imaginarte cuántas veces he deseado revertir el tiempo para poder buscar otra manera de proceder. A pesar de haber seguido todas las reglas y de haber sido tan honesta como pude con los médicos y psicoterapeutas durante todas las etapas del proceso, nadie me interrumpió para decirme, “¿Estás absolutamente convencida de que este es el único camino válido para ti?” Al contrario, todas las voces me apoyaban alegremente. Fui afortunda de que en la época no existiera Internet, porque ahí se encuentra toda clase de animadoras listas para justificar sus propias decisiones y jactarse de sus “cirugías exitosas” y por animar a los demás.

    Puedo hablar desde la línea correcta del transgenerismo que yo era una mujer encarcelada en el cuerpo de un hombre, y que recuerdo haberlo sentido desde que tenía cuatro años. Pero nada es tan sencillo, si lo miras sinceramente y sin prejuicios. Una crisis de la mediana edad, un divorcio y una experiencia con el cáncer influenciaron al menos el momento que escogí para cambiar de sexo. No es tan fácil ser completamente honesta ahora, tres años después de la cirugía, pero no estoy segura de que lo haría de nuevo, dado otra oportunidad. Lo que me preocupa ahora es que una gran parte de lo que yo consideraba disforia de género puede haber sido nada más que una obsesión sexual neurótica. Yo fui travestí durante toda mi vida sexual, y siempre fantaseaba que convertirme en mujer como máxima experiencia autoerótica. Irónicamente, al comenzar hormonarme se mi libido se acabó. Sin embargo, entendí mal la liberación de mis obsesiones sexuales como validación de la elección de transicionar. Luego, como ironía final, después de la cirugía mis nuevos genitales eran incapaces de llegar al orgasmo (como el 80% de mis hermanas transexuales).

    Así que no es necessario decir que mi vida actual como una mujer no me da la máxima excitación sexual. Y ¿cuánto costó todo?—Más de $30,000 sin mencionar la pérdida de gran parte de mi familia y mis amigos. Y los costes no terminan nunca. Cada persona que conozco, o que conoceré, va a tener que enfrentarse con el hecho de mi cambio de sexo. Y no soy la única que sufre; odio el impacto que esto tendrá en mis hijos y sus futuros.

    De todos modos, hablo como si esto fuera horrible y no lo es. Hay algunas ventajas, pero lo importante-- sentirme cómoda y tener el amor en mi vida, por ejemplo—no parecen depender de mi cambio. Llegar a ser “yo misma” podría haber incluído el tener pene junto con expresarme más femeninamente de cualquier modo hubiera tenido sentido. Descubrí esto demasiado tarde y lo que ya me queda es sacar el mejor partido de la vida con la que tropecé. Sólo hubiera deseado haber probado más opciones antes de haber saltado al vacío. Echo en falta el poder ver fácilmente a mis hijos (aunque no perdí todo acceso a ellos, al contrario de muchas transexuales), echo de menos mi familia y mis amigos de antaño (sé que no “debieron” haberme abandonado pero mucha gente es menos tolerante que “debiera” ser, y todavía me hacen falta), y finalmente no me gusta la falta de conexión con mi pasado (no hay ningún modo de combinar las dos vidas distintas). Hay un gran abanico de maneras de expresar el género y la sexualidad, y el único que intenté fue el más radical. Ahora nunca sabré si podría haber encontrado un medio término que hubiera funcionado mejor que “la solución universal”—el cambio de sexo. Por favor, investígalo muy cuidadosamente antes de hacer lo que hice.
     

    - Danielle Berry -
     
     
    Lo que aprendemos del franco ensayo de Dani es que tanto ella y sus consejeros ignoraron o no percibieron algunas señales de alerta. Por ejemplo, perdió su libido masculina al usar el estrógeno, sin experimentar ningún desarrollo de libido femenina; esto pudiera haber predicho que posiblemente sería inorgásmica después de la CRS. Además, sus palabras de que las personas transgénero transicionan porque “quieren vestirse de ropa femenina y para sentirse más bellas,” y que “yo fui travesti durante toda mi vida sexual y siempre consideraba un cambio de sexo como la excitación sexual más grande,” revelan que el motivo verdadero de su transición era una excitación sexual típico del travesti masculino. Resultó especialmente cruel que perdierea la capacidad de orgasmo a consecuencia de su búsqueda para “la excitación sexual más grande.”
     
    Dani se encontró con todas las dificultades usuales de una transición de género, pero ella no ganó ningunos de los beneficios que disfrutan muchas mujeres posoperadas. Entre las mujeres del auge reciente de transiciones tardías, este es un resultado demasiado común. Parece más o menos correcta la conjetura de Dani que el 80% de los crossdressers y personas transgénero acaben por carecer de capacidad orgásmica, SI se sometan a la CRS, mientras que el inverso de este porcentaje sea probablemente cierto para aquellas que sean intensamente transexuales. Estudios de las mujeres que transicionan temprano en la vida muestran que la mayoría retiene capacidad orgásmica después de la CRS.

    Habría sido mejor que los consejeros de Dani le hubieran sugerido la opción de someterse a una cirugía de feminización facial para corregir su muy masculino rostro, y después emprender silenciosamente una transición de género social. Podría haber hecho de todo—hormonas, electrólisis, adoptar un nuevo nombre y identificación, cambiar su género socialmente y vivir como una mujer—MENOS someterse a la CRS. Así habría sido sin duda mucho más feliz, y como una mujer más bella habría podido integrarse mucho mejor en la sociedad. Además, habría podido continuar disfrutando de sus prácticas autoeróticas travestis masculinas. Es una pen que en 1992 nadie visualizara esta opción, y se la presentara a ella.
     
     
     

    Sandra MacDougall

    Las historias de Renée y Dani no son insólitas ni aisladas. En los años recientes hemos visto muchas transiciones transexuales que fracasaron. El número de crossdressers intensos y “autoginéfilos” autodescritos que transicionan tarde va en aumento, con la ayuda de consejeros negligentes que les proporcionan los documentos necesarios para que puedan someterse a la CRS mal aconsejadas, sin estar adequadamente preparadas para vivir como mujeres y sin entender bien las otras opciones válidas.
     
    Para otro ejemplo más, ve el artículo del 28 de abril de 2002 del Scotsman.com acerca de Sandra (Ian) MacDougall, entonces de 49 años, titulado “El tormento del cambio de sexo del soldado encarcelado en el cuerpo de una mujer.” (más)
     
     
    Sandra (Ian) MacDougall
     
     

    “Este ex-miembro de los Guardias Escoceses dice que ha sufrido acoso físico y verbal desde que se sometió a una cirugía para cambiar de sexo hace casi cuatro años, y desea que fuera posible revertirla.

    Pero MacDougall se encuentra ahora encarcelada en el cuerpo de una mujer después de consultar a varios médicos, que le dijeron que nunca podrían revertir la cirugía.

    MacDougall, que no ha tenido ningún relación desde la cirugía y espera quedarse célibe durante el resto de su vida, ha decidido ahora sacar el mejor partido al género que difícilmente ganó. Dijo ella, ‘Desde la cirugía mi vida ha sido miserable porque la gente se burla de mi siempre que salgo de casa.’
     

     
  • Parece claro al leer el artículo que Sandra es un crossdresser intenso (tiene “más de 80 vestidos, sacos de maquillaje y un armario lleno de zapatos”). Además parece claro que ella (i) no estaba preparada ni emocionalmente lista para transicionar socialmente, (ii) no tenía ninguna idea de cómo la gente la iba a tratar después, visto su falta de preparación, y (iii) aparentemente de algún modo pensaba que iba a lograr mágicamente, por someterse a la CRS, lo que todavía no había logrado através de otros medios, es decir, cambiar su aparente género social de masculino a femenino.

    Como resultado, su vida ha sido pésima desde la cirugía. No pasa como mujer y todo el mundo de su vecindario se burla de ella. No ha tenido y nunca tendrá una relación sexual. Desesperadamente desea “regresar,” pero no existe manera de revertir la cirugía.

    La mejor opción para Sandra en este momento pueda ser revertir su transición, en términos sociales y hormonales, es decir, volver a vivir el papel masculino y comenzar a injerir testosterona, pero no parece darse cuenta de esta opción. Este tipo de transición totalmente fracasada debe proporcionar una señal de advertencia fortísima a cualquier crossdresser (o a ellos que se autodefinan como “autoginéfilos”) que piensen en someterse a la CRS.
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    Samantha Kane

    También existen aquellas que “cambian de sexo” por puro capricho, tienen los recursos financieros para hacerlo, y luego se arrepienten y demandan a todo el mundo que “les infligió el daño,” sin responsabilizarse por sus propias acciones.

    Considera, por ejemplo, el caso de “Samantha Kane,” y fíjate no sólo en el daño que se ha hecho esta persona impulsiva, sino también como daña también a mujeres transexuales del mundo entero por su irresponsabilidad, tanto por transicionarse como luego atacar a aquellos que trataron de ayudarlo al inicio.

    (Sam Hashimi => Samantha Kane => Charles Kane)

    “Sam, como era”

     

    “Samantha, como era...”

    “Charles, como es hoy!!!”

     

    Samantha Kane era, a la vista de cualquiera, una mujer enormemente exitosa. Tenía su propia compañía de decoración interior y era independiente, moderna y excepcionalmente hermosa. Tenía un Mercedes-Benz de los más lujosos, casas en el oeste de Londres y en España, y cuentas en todas las tiendas exclusivas de alta moda de Knightsbridge. Su nombre se parecía a un personaje del programa de televisión Dynasty, y su belleza felina pordría haberla llevado a ser una.

    Se codeaba con personas tales como el Príncipe de Dubai, andaba con la sociedad internacional en Monte Carlo y Cannes, y compartió su cama con varios hombres de gran riqueza.

    Pero algo dentro de Samantha odiaba ser una mujer. La conversación le parecía superficial, y el sexo algo de segundo grado. Odiaba ir de compras, le disgustaban los chismes y se cansaba del manetenimiento constante de su cara y figura. En fin, a Samantha Kane echaba en falta ser uno de los chicos.

    La verdad es que Samantha anteriormente era Sam, un millonario con un imperio de bienes inmuebles, y un marido con dos hijos. Nació como Sam Hashimi en Irak, y era corredor de tratos de millones de dólares para hombres de negocios del Oriente Medio; atrajo atención pública brevemente cuando lanzó sin éxito una oferta para la adquisición del Sheffield United FC.

    Después de la primera Guerra del Golfo Pérsico, se derrumbó su imperio de negociós, y acabó su matrimonio. Con 37 años, y aparentemente sin deliberar mucho, decidió hacerse mujer.

    Se sometió a la cirugía de reasignación de sexo el diciembre de 1997 a un costo de casi £60.000, lo que incluyó £10.000 para la cirugía genital y otras £3.000 para implantes de busto.

    Después de cuatro años de la cirugía, Sam se dio cuenta que “él” había cometido un error tremendo, y ya ha comenzado el arduo proceso de someterse a más cirugías para volver a ser nuevamente un hombre.

    Ha aparecido otra vez en los periódicos, proclamando que su cambio de sexo fue un acto contra la natura. Ha presentado una queja ante el Consejo General de Medicina contra su médico, el psiquiatra especialista Russell Reid, alegando que éste tenía una “actitud desenvuelta” cuando lo recomendó para la cirugía de reasignación de sexo.

    Hace un mes cambió su nombre legalmente a Charles, deseando alejarse lo más posible de Sam y Samantha.

    Ahora se parece un hombre extraño. Se viste de con traje de rayas diplomáticas y una corbata rosa—parece una mezcla de hombre y mujer. Sus manos son suaves con uñas limpias y esculpidas. Anda y se sienta de manera femenina, pero usa el cuarto de baño de los hombres.

    No tiene barba y poca musculatura masculina. Dice que la cirugía y las hormonas tardaron cuatro años en feminizar completamente su cuerpo y que necesitará un tiempo comparable para revertirlo al estado masculino. Pero Charles nunca más será como era Sam. Sus genitales serán reconstruídas por cirugía cosmética, pero su cuerpo nunca más producirá testosterona, ni le crecerá barba.

    Charles no puede explicar de manera convincente por qué decidió hacerse mujer. Dice que sufría una crisis nerviosa cuando le recomendaron el cambio de género, pero cree que deberían haberle recomendado psicoterapía en vez de cirugía.

    ‘Yo era un hombre tradicional--duro y competitivo en negocios y el proveedor para mi familia. My esposa Trudi no había trabajado ni un día en la vida. Puse sobre mí la completa responsabilidad financiera para ella y los niños.

    A Trudi no le importaba ir de compras y gastar unos millares de libras en un vestido nuevo. Siempre me preguntaba como sería ser una mujer, sin tener ningunas de la responsabilidades que tenía, y con la gente abriendo las puertas para mí y dándome todos los privilegios que parece que las mujeres tienen.’ Hasta su crisis nerviosa, era completamente heterosexual—un hombre de negocios convencional en un traje gris, con cabello corto y bigote.

    Nació en Bagdad en uma familia de clase media y emigró a Inglaterra cuando tenía 17 años, donde obtuvo un HND en ingeniería y se casó con 23 años con Trudi, una ex-reina de la belleza. Construyó un imperio de propiedades, arregló tratos para ricos árabes, y manejó un club en Mayfair. Dice que durante cierta época tenía £2 millones en su cuenta bancaria.

    ‘Yo era como cualquier otro hombre,’ dice. ‘Trabajaba duro y hacía más o menos lo que me daba la gana. Me gustaba estar con los otros hombres, hablando de fútbol, de la bolsa, y por supuesto de las chicas. Creo que mi libido era superior a la media. Durante mi matrimonio tuve uno o dos amoríos...’
     

     

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    BBC1, martes el 19 de Octubre de 2004, 2235h
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    Después del fracaso de su negocio y el abandono por parte de su esposa y sus hijos, Sam Hashimi tomó la drástica decisión de someterse a la cirugía para convertirse en mujer.

    Sólo más tarde el ex-millionario se dio cuenta de que había cometido un error terrible. Mientras ahora se prepara para la última etapa del proceso de revertir el cambio de sexo, Hashimi se pregunta si será aceptado otra vez como un hombre normal.

    Programas documentales acerca de gente que se somete a la cirugía de reasignación sexual son muy comunes hoy en día, pero este caso es bastante extraordinario. Nos muestra a Samantha, de 44 años, un rico empresario de propiedades que nació hombre (y como Sam tuvo dos hijos durante un matrimonio de 10 años), pero que cambió de sexo quirúrgicamente hace siete años.

    Ahora—y esto es lo poco usual—Samantha quiere convertirse en Charles, y está a punto de someterse a otra cirugía de reasignación sexual, para volver a ser nuevamente hombre. Sam/Samantha/Charles explica, ‘Me robaron mi masculinidad durante tantos años,’ pasando por alto que fue su decisión someterse a la cirugía.

    Mientras Charles espera el último procedimiento de cirugía reconstsructiva, lo vemos ponerse histérico por un caro yate que se va a comprar, del que espera que le ayude encontrar a una enamorada. En cierto modo es otro ejemplo más de su manera de decidirse muy de prisa sin pensar de las consecuencias.

    Es obvio que es una persona complicada y muy confundida acerca de lo que quiere, pero todavía es asombroso saber que alguien pueda tomar tales decisiones radicales sobre su vida de manera tan caprichosa.

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    Para más información sobre este caso, lee:

    http://www.transgenderzone.com/features/changemeback.htm

    http://www.bbc.co.uk/health/tv_and_radio/onelife_prog3.shtml

     

    For a more extensive discussion about cases of "regrets", and also about groups of religious zealots and anti-gay ideologues who sometimes prey on these cases - smothering them with attention to get them to suddenly de-transition and then sue everyone in sight - see Christine Beatty's page entitled Transsexualism, Regrets and "Reparative Therapy":

     

    http://www.glamazon.net/transsexual-regrets.html

     

     

     


     

    Sumario:
     
  • Está claro que tienes que ser honestísima contigo sobre “por qué” necesitas transicionar, y si a largo plazo una transición transexual (SRS incluída) llenará tus expectativas y esperanzas íntimas. Ningún otro puede saber lo que sientes por dentro y “porqué tienes que hacer esto,” ni puede prever si vas a hacerlo bien o no. Es MUY importante que seas brutalmente realista acerca de tus motivos, capacidades y expectativas antes de empeñarte en una transición transexual completa. Si percibes que lo haces para tu propio placer autoerótico, piénsalo muchísimo y presta la máxima atención a los avisos antes indicados.

    Escucha a tu corazón y a tu cuerpo, y no dejes que ninguna presión sociales te fuerce a hacer algo de lo que te arrepentirás más tarde. Si realmente disfrutas de tu sexualidad masculina (especialmente los impulsos de “montar, empujar y penetrar”) antes de la cirugía, es poco probable que desarrolles y goces de una sexualidad femenina. En cambio, es posible que simplemente te arrepientas de la pérdida de tu sexualidad masculina y que te conviertas en “fría” sexualmente. Si crees que esto es una posibilidad, debes considerar seriamente una transición social (transgénero) sin someterse a la CRS.

    Aún más, aquellas que se arriesguen a transiciones sociales difíciles deben darse cuenta que la CRS, por sí misma, no va a resultar en que todo el mundo, de modo milagroso y repentina, “va a considerarles una mujer.” Recuerda--las únicas personas que van a ver tus genitales son amantes y amigos íntimos (aparte de médicos, etc.), y por eso la CRS no cambiará las reacciones de la gente alrededor de ti. Si esperas dificultades en tu transición social, puede que sea más aconsejable que te sometas primero a la CFF, porque pueda mejorar mucho tu aceptación social como mujer.

    Transicionar y someterse a la CRS por capricho es esencialmente una mala idea, a pesar del dinero, influencia o poder que tengas para llevarla a cabo. En lugar de esto, busca psicoterapia. Infórmate de las alternativas. Ve con menos prisa. Escucha los consejos arriba de Dani Berry.

    Sin embargo, si sientes la necesidad profunda de tener un cuerpo femenino y de vivir en el género femenino, y sientes la necesidad igualmente profunda de expresar una sexualidad femenina, pueda que sea correcto para ti elegir una transición transexual, la CRS incluída.
  • Lynn Conway

    [Advertencia/CRS: Versión del 11/02/04]


     
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     Mujeres Transexuales de Éxito(es)

    [La página de Lynn] (es)