SE RUEGA QUE FIRMEN ESTE MEMORIAL

Oposición a personas nombradas al Comité de Trastornos Sexuales y de Género

de la Asociación Psiquiátrica Norteamericana

Destinatario: Asociación Psiquiátrica Norteamericana
Remitente: La Comunidad Transgénera
 


En este comité encontramos al Dr. Kenneth Zucker (Presidente del Comité), de Toronto, Canadá y del Centro de Adicciones y Salud Mental, anteriormente conocido como El Instituto Clarke. El Dr. Zucker es bien infame por su uso de la llamada "terapia reparativa" para "curar" a los niños variantes de género. También en el comité encontramos al Dr. Ray Blanchard, Jefe de Servicios Clínicos de Sexología de la misma organización canadiense, y el mentor de Zucker, y quién inventó la teoria de autoginefilia que etiqueta como una perversión sexual la excitación que siente un varón al pensar de sí como una mujer. También se entiende que la Dra. Ann Lawrence, que apoya la ciencia fingida relacionada a la comunidad transgénera, fue nombrada como socia alterna del comité.

Nosotros, los firmantes de este memorial, objetamos que participen estas personas en el comité, y además objetamos a las teorias dañosas que promueven. Para ser creíble en el campo de identidad de género, la nueva versión del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales no debe incluir teorias descontadas ni ciencia fingida.

Reclamamos que se remueven estas personas del comité inmediatamente.

Para firmar el memorial, use el vínculo siguiente:
http://www.thepetitionsite.com/2/objection-to-dsm-v-committee-members-on-gender-identity-disorders

Hay que incluir su nombre, dirección física y de email y país para firmar el memorial, pero sólo su nombre y país aparecerán en el memorial. Además, se puede firmar el memorial de manera anónima por marcar la cajita que dice en inglés "Don't display my name." Se sugiere que incluya cualquier comentario que le gusta a Ud., sea en español u otro idioma.


 


 

 

ALGUNOS ANTECEDENTES DE LA SITUACIÓN ACTUAL


El Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (sigla en inglés: DSM) de la Asociación Psiquiátrica Norteamericana (sigla en inglés: APA) es el libro de consulta que usan psiquiatras, psicólogos y otros profesionales de salud mental en el curso de diagnosticar y tratar a sus pacientes. La APA emprende una refundición completa del Manual cada catorce años, más o menos, para reflejar los avanzes científicos y clínicos más recientes. La refundición completa más reciente es la cuarta (DSM-IV), publicada en el año 1994, aunque ya existe la versión DSM-IV-TR que incorpora revisiones menores hechas en el año 2000. La APA ya ha comenzado el proceso de producir la quinta versión del Manual, y ha establecido varios comités especializados para proponer y decidir cuales cambios deben integrarse en la nueva versión.

Aunque el Manual no es el único guía diagnóstico que utilizan los profesionales de salud mental alrededor del mundo, es uno de los más importantes y respetados, y en el pasado ha abierto nuevos caminos en el conocimiento y tratamiento de personas con trastornos mentales.

Es importante recordar que la homosexualidad fue considerada un trastorno mental por la APA antes de 1973, y fue incluído como tal en las versiones del DSM antes de esa fecha. Después de la decisión de 1973 que borró esa diagnosis, no fue considerado necesario por la mayoría de los profesionales tratar a la homosexualidad, aunque muchas veces los profesionales les ayudaron a las personas que luchaban con el estigma social de ser homosexual. Es decir, los profesionales no creyeron más que era aconsejable ni posible cambiar la orientación sexual de una persona, sea adulto o niño. Sin embargo, antes de 1973 en los EUA y otros países varios profesionales empleaban una gama de terapias para tratar de ¨curar¨ a los homosexuales (inclusive terapias dañosas como electrochoque), es decir cambiar su orientación sexual, sin ningún éxito. La APA ya no considera éticas tales terapias.

Después de la decisión de la APA referente al tratamiento de la homosexualidad, emergió un grupo de psicoterapeutas que no estaban de acuerdo. Ellos, patrocinados la mayoría de las veces por religiones conservadoras, creen que la homosexualidad es una elección de la persona y que muchas veces surge de un ambiente familiar o cultural maladaptivo, y como tal puede ser cambiado. Ellos practican la llamada "terapia reparativa," que tiene un enfoque conductual que intenta "reparar" o "curar" la homosexualidad, y insisten en que pueden conseguir este resultado aunque hasta ahora no han podido probarlo científicamente.

Existen también un grupo de psicoterapeutas que utilizan terapias semejantes o idénticas a la llamada "terapia reparativa" para tratar de "curar" a las personas con identidades de género fuera de lo que se considera normal. El terapeuta mejor conocido y el portavoz de este grupo es el Dr. Kenneth Zucker, de Toronto, Canadá. Se especializa en el tratamiento de niños que experimentan "trastornos de identidad de género." Similar a otros "psicoterapeutas reparativos," el Dr. Zucker cree que los trastornos de identidad de género tienen su origen principalmente en un ambiente familiar o cultural maladaptiva, y que por eso su terapia puede modificar la identidad de género de sus pacientes. Hasta ahora, la APA no se ha opuesto a este tipo de psicoterapia, en parte porque el DSM todavía incluye--a diferencia de la homosexualidad--varios tipos de trastornos de identidad de género.

Mientras tanto, en los últimos años han emergido otros psicoterapeutas, especialmente en Europa y más recientemente en los EUA, que critican el enfoque del Dr. Zucker. Básicamente, creen que el enfoque de Zucker no da mejores resultados que el enfoque similar que trataba de cambiar la orientación sexual de los homosexuales. Creen también que una persona puede reprimir su verdadera identidad de género, pero no puede cambiarla, y que el hecho de reprimirla hasta por toda la vida, aunque sea posible, conduce a otros trastornos mentales. En fin, creen que es abusiva la terapia que practica el Dr. Zucker.

Ya que se apresenta la oportunidad de actualizar completamente el DSM por primera vez desde el año 1994, parece increíble y ofensivo a la gran mayoría de la comunidad transgénera que tomarían parte en el comité sobre asuntos de género dos psicoterapeutas reaccionarios, uno de ellos como presidente del comité, donde pueden tratar de imponer sus anticuados puntos de vista en un documento que durará por lo menos otra década más.

Por casualidad, alrededor del tiempo cuando la APA nombró los socios al comité para actualizar el DSM, la Radio Pública Nacional (EUA) difundió un programa sobre los diferentes enfoques terapéuticos que utilizan el Dr. Zucker y otra terapeuta que tratan dos niños que experimentan problemas de identidad de género. Una traducción al español del traslado de este programa, que demuestra bien las diferencias de los dos enfoques terapéuticos, se encuentra abajo.

 


 

English translation:
 

SOME BACKGROUND TO THE PRESENT SITUATION

 
The Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM) of the American Psychiatric Association (APA) is the reference book used by psychiatrists, psychologists and other mental health professionals in the course of diagnosing and treating their patients. The APA undertakes a revision of this manual approximately every fourteen years in order to reflect recent scientific and clinical advances. The most recent full revision is the fourth (DSM-IV), which was published in 1994, though it currently exists in a version DSM-IV-TR that incorporates minor changes made in 2000. The APA has now started the process of producing the fifth version of the manual, and has set up committees to propose and decide what changes should be included in the new edition.

Although the DSM is not the sole diagnostic guide used by mental health professionals around the world, it is one of the most important and respected, and in the past it has broken new ground in the treatment of those with mental disorders.

It is important to recall that the APA considered homosexuality a mental disorder prior to 1973, and it was included as such in all the versions of the DSM before that time. After the APA's 1973 decision, the majority of mental health professionals no longer considered it necessary to treat patients for homosexuality, although many times they helped homosexuals cope with the social stigma related to their sexual orientation. That is, the practitioners did not believe that is was advisable or even possible to change the sexual orientation of a person, whether a child or adult. However, prior to 1973, in the United States and other countries, various practitioners used to employ a range of therapies to try to "cure" homosexuals (including harmful techniques involving electroshock), i.e. to change their sexual orientation, all to no avail. Such therapy is no longer considered ethical by the APA.

After the decision of the APA regarding homosexuality, there appeared a group of psychotherapists who disagreed. Sponsored most of the time by conservative religions, these therapists believe that homosexuality is a personal choice and that it arises many times from a dysfunctional family or cultural environment, and can therefore be changed. These people practice the so-called "reparative therapy," which has a behavioral approach that is intended to "repair" or "cure" homosexuality, and they insist that they can obtain this outcome even though they have been unable to prove it scientifically.

There is also a group of psychotherapists who utilize techniques similar or identical to those of so-called "reparative therapy" to try to "cure" people who have gender identities outside of what is considered normal. The best known of these therapists, and a spokesman for the group, is Dr. Kennth Zucker of Toronto, Canada. He specializes in the treatment of children who experience "gender identity disorders." Like other "reparative therapists," Dr. Zucker believes that gender identity disorders arise primarily from a dysfunctional family or cultural environment, and that his therapy therefore can modify the gender identity of his patients. Up to this point, the APA has not opposed this form of psychotherapy, partly because the DSM, despite deleting homosexuality, still includes various types of gender identity disorders.

Meanwhile, in recent years, there has emerged another group of psychotherapists, especially in Europe but also now in the U.S., who criticize Dr. Zucker's approach. Basically, they don't think that Zucker's approach yields any better results than the psychotherapy that tried to change a person's sexual orientation. They also believe that a person can suppress his or her true gender identity, but cannot change it, and that the act of suppressing it, even for an entire lifetime, might be possible, but that this leads to other mental disorders. Essentially, they believe that Zucker's brand of therapy is abusive.

Now that the opportunity to update the DSM for the first time since 1994 has presented itself, it seems incredible and offensive to the vast majority of the transgender community that two reactionary psychotherapists would be taking part in the gender issues task force, one of them as president of the group, where they can attempt to impose their outdated viewpoints on a document that will endure for at least another decade.

By chance, around the time the APA named the committee members to revise the DSM, National Public Radio of the U.S. broadcast a program on the different approaches to psychotherapy used by Dr. Zucker and another therapist who are treating two children who have gender identity problems. A Spanish translation of the transcript of this program, which illustrates well the differences in the two approaches to thereapy, is attached.
 

 


 

[Se puede escuchar el programa original de Radio Pública Nacional, en inglés, de 22 minutos de duración, por medio de este vínculo:  http://www.npr.org/templates/story/story.php?storyId=90247842 ]

 

 

Dos Familias Luchan con las Preferencias de Género de sus Hijos

Terapeutas Emprenden Técnicas Radicalmente Diferentes

 

Por Alix Spiegel

Traducido por Sonia John

 

 

[Note:  Para disfrazar las identidades de las familias, sólo usamos los nombres y no los apellidos de los padres, y cambiamos uno de los nombres de los niños.]

 

Carol no comenzó a preocuparse hasta la víspera de Todos los Santos cuando su hijo de dos años y medio decidió vestirse como el personaje Dorothy de la película The Wizard of Oz.

 

Su hijo, Bradley, siempre demostró una preferencia hacia lo de las niñas.  Desde su infancia más temprana había elegido muñecas de niñas, se había identificado con personajes femeninos y había preferido estar con amigas.  Pero Carol no lo había hecho mucho caso.  No le provocó mucha ansiedad lo que hacía su hijo ya que no jugaba con un arma de fuego cargado, ni un cigarrillo encendido.  Carol dice que nunca se le ocurrió decirle, “prefiero que jueges con una camión.”

 

Luego, en la víspera de Todos los Santos, su opinión comenzó a cambiarse.

 

Para simular el cabello largo del personaje Dorothy, Carol cubrió el cabello corto de Bradley con una toalla ligera.  Le gustó a Bradley muchísimo.  De hecho se quedó obsesionado con su “cabello de toalla.”  Durante meses se ponía la toalla sobre la cabeza cada mañana inmediatamente después de levantarse.  Cuando Carol trataba de quitársela, Bradley protestaba.

 

“Era una verdadera obsesión,” dice Carol.  “No era fácil llegar a un acuerdo con él sobre los tiempos cuando podía usarlo y cuando no…parecía sentirse incómodo y nervioso cuando no usaba ese cabello, ese cabello de toalla.”

 

Al crecer más, se aumentó la incomodidad de Bradley con lo de los niños.  Evitó los demás niños y jugaba exclusivamente con las niñas.  Esto también le inquietó a Carol, pero tampoco se puso loca de ansiedad.

 

Era un suceso único que transformó su preocupación en algo más serio.  Un día Bradley volvió a casa después de haber ido al campo de juego con la niñera.  Estaba cubierto de sangre.  Tenía una herida en la frente que se extendió para dentro del cuero cabelludo.

 

“Lo que pasó es que dos muchachos de diez años lo había lanzado al pavimento desde un equipo del campo de juego, porque habían visto que jugaba con una muñeca Barbie, y lo llamaron de una niña,” dice Carol.  “Así es que yo comencé a pensar que, sabes, si no aprende a llevarse bien tanto con los niños como las niñas, va a acabarse herido más veces.”

 

Un Método Terapéutica

 

Carol decidió buscar ayuda profesional.  La escuela de Bradley recomendó a un terapeuta llamado Dr. Kenneth Zucker, de Toronto, Canadá, que es considerado un experto en asuntos de identidad de género.  Después de unos meses de evaluación, el Dr. Zucker anunció la diagnosis: Bradley experimentaba lo que llamaba trastorno de identidad de género.

 

Trastorno de identidad de género es la diagnosis que se aplica a los niños y niñas que creen que nacieron en un cuerpo biológicamente equivocado.  Esta diagnosis encuadra una gama de comportamientos, y la diagnosis misma es controversial.  Sin embargo, por lo general lo que distingue niños como Bradley es que son más que niños afeminados o niñas masculinas, que son homosexuales.  Niños como Bradley creen que son niñas a pesar de tener un cuerpo masculino, o que son niños a pesar de tener un cuerpo femenino.

 

El Dr. Zucker, que ha trabajado con este grupo de niños durante casi treinta años, tiene un modo muy específico para tratarlos.  Siempre que se encuentra con un niño de menos de diez años que tenga trastorno de identidad de género, trata de hacer que el niño se sienta cómodo con el sexo del cuerpo con que nació.

 

Entonces, para tratar a Bradley, el Dr. Zucker le explicó a Carol que ella y su marido tendrían que cambiar radicalmente su modo de criar a Bradley.  Bradley no sería permitido pasar ningún tiempo con las niñas.  Tampoco sería permitido jugar más con juguetes de niñas ni fingir que hiciera papeles femeninas.  El Dr. Zucker dijo que todas estas actividades eran peligrosas para un niño con trastorno de identidad de género.  Explicó además que, a menos que Carol y su marido le ayudaran a Bradley a cambiar su conducta, cuando crecería más, sería rechazado por sus pares, tanto niños como niñas.  No les gustaría a los niños su comportamiento femenino, y las niñas querrían niños más masculinos, con el resultado que Bradley se quedaría una paria.

 

Carol se resolvió hacer lo mejor que podía, aunque eran grandes los cambios que tendría que hacer.  Cuando Bradley comenzó la terapia, tenía casi seis años, y la casa contenía muchas muñecas Barbie y Polly Pockets.  Ahora, ella tendría que quitarlas.  Para ablandar el golpe, no le quitó todos los juguetes de una vez, sino le dijo a Bradley que podía elegir renunciar uno o dos cada día.

 

“Al inicio realmente no le molestó tanto, porque escogió juguetes que no eran sus favoritos,” dice Carol, “pero llegamos al fin a los últimos.”

 

Mientras el número de juguetes se disminuía, Carol se dio cuenta que Bradley estaba escondiéndolos.  Carol encontraba juguetes entre las almohadas del sofá y unicornios de arco iris al fondo de su armario.  Bradley parecía confundido y desorientado, según Carol.  Los padres le dieron juguetes de niños pero eligió simplemente no jugar.

 

Luego, comenzó a dibujar y colorir, pero todavía no quería ningún juguete.  Dibujaba y coloría durante horas tras horas.  “No hacía nada más que eso durante días enteras,” dice Carol.  “Creo que se sentía realmente perdido…el modo de jugar que había aprendido, sabes…le fue quitado repentinamente.”

 

También había problemas con sus dibujos.  Bradley incluía en los dibujos todos los juguetes e intereses que le eran prohibidos—princesas con cabellos largos y ondulados, hadas en vestidas elaboradas, arcos iris de rosado, púrpura y amarillo claro.  Luego, como el Dr. Zucker instruyó, Carol y su marido trataron de cambiar eso también.

 

Carol dice, “Le pedíamos, ‘¿Puedes dibujar un niño para nosotros?  ¿Puedes incluir un niño en ese cuadro?’  Luego, comenzó a querer que no viéramos sus dibujos, porque siempre decíamos que queríamos que dibujara niños.  Y finalmente, después de…no sé exactamente…tal vez uno o dos meses, simplemente nos dijo, ‘Mamá, no sé dibujar un niño.’”

 

Carol dice que eventualmente se sentó con Bradley y le enseño a dibujar un niño.  Después, Bradley dibujaba niños siempre que le pedían…dibujos de niños con gorras anémicas de cabello llenaron su libreta.

 

Otra Familia, Otro Modo de Tratamiento

 

Cinco mil kilómetros lejos, en la costa del oeste del país, otra familia se fijó en los deseos inusuales de su hijo.

 

Jonah tenía dos años cuando su padre, Joel, por primera vez se dio cuenta que a pesar del entusiasmo que trataba de fomentar, no podía persuadirlo a jugar a pelotas.  Los camiones quedaron intocadas, tanto como la bomba de incendios.  Joel dice que Jonah prefirió con mucho los juguetes de niñas, e inclusive sus peluches tenían nombres femeninas.

 

Joel dice, “Siempre que le preguntaba, ‘¿Cómo se llama ese tipo?’ y me contestaba ‘Ella se llama la conejita,’ y así de ese modo.”

 

Como Bradley, cuando creció Jonah, sus inclinaciones se profundizaron.  Físicamente, Jonha es un niño bonito, con ojos y cabello oscuro, con el rostro simétrico de una muñeca y un cuerpo esbelto y agraciado.  De vez en cuando, al hacer los quehaceres, conocidos casuales, otros compradores y transeúntes lo tomaban por una niña, lo que parecía emocionarlo.  En adición, Joel dice que Jonah se quejaba amargamente cuando su padre trataba de corregir a los demás.

 

“Lo que comenzaba a pasar es que Jonah quedaba trastornado y decía, ‘¿Por qué tienes que decir algo?’  Recuerdo especialmente una vez cuando andábamos con los perros y un tipo nos acercó y preguntó, ‘¿Ésta es su hija?’ y le dije, ‘No, éste es Jonah.’  Después, Jonah vino corriendo y me dijo, ‘¿Por qué tenías que revelarlo?  ¿Por qué no podías haber dicho nada?’”

 

Luego, cuando tenía alrededor de tres años, Jonah comenzó a usar la ropa de su madre, Pam.  Tomaba prestada por ejemplo una camiseta larga y un cinturón para usarlo como un vestido.  Esto continuó durante meses, mientras Jonah constantemente ajustaba la ropa para mejorarla, hasta un día cuando Pam descubrió que su hijo lloraba inconsolablemente.  Le explicó a su madre que no podía hacer que la camiseta se pareciera perfecta.

 

Pam recuerda que miraba su hijo mientras que manoseaba tristemente su ropa improvisada.  Ella dice que sabía lo que él quería.  “En ese momento simplemente le dije, ‘La verdad es que realmente quieres un vestido, ¿no?’  Y se iluminó su rostro, y ella dijo ‘¡Sí!’”

 

[Joel y Pam ya se utilizan pronombres femeninos para referirse a su hijo]

 

Esa tarde, Jonah y su hermana entraron en el carro familiar.

 

Hablando de Jonah, Pam dice, “Yo pensaba que ella iba a hiperventilar y desmayarse de felicidad,” dice Carol.  Ni antes ni después de ese momento, creo que no la vi tan increíblemente feliz como en el día cuando manejamos al almacén para comprar ese vestido.”

 

Pam permitió que Jonah compró dos vestidos más, pero sentió mucho conflicto.  Aunque Jonah lo pidió, Pam no permitió la compra de más vestidos durante el año siguiente, así que Jonah usó los dos vestidos y nada más todos los días, hasta que Pam quedó harta de verlos.  Después de un año, ella y Joel finalmente permitieron otras compras menores, pero cada compra pareció provocar una crisis.

 

“Pasábamos varias noches hablando.  ¿Debemos permitir los zapatos, o es una línea que no debemos atravesar?  O, entre otros ejemplos, el sombrero femenino, o la chaqueta preciosa.”  Joel dice que se preguntaban, “¿Qué es lo que hacemos?’  ¿Estamos fomentando esto?  ¿Estamos haciendo algo que no se debe hacer?”

 

Joel y Pam también acabaron por consultar a una especialista de género, una psicóloga de Oakland, California que se llama Diane Ehrensaft.  Joel recuerda una de las primeras consultas cuando Pam expresó sus inquietudes:  “Recuerdo que Pam hablaba a la terapeuta y decía algo similar a ‘No me preocupa mucho que resulte homosexual pero no quiero que sea transgénera.’  Y la terapeuta se rió, y dijo, ‘Saben, hace quince años yo tenía padres aquí que decían, ‘No me molesta que resulte algo afeminado, con tal que no sea gay.’”

 

De hecho, el enfoque de Diane Ehrensaft no podía ser más distinto de lo del terapeuta de Bradley.  Igual que el Dr. Zucker, Ehrensaft es especialista en problemas de género.  Dice que ha consultado con más de cincuenta familias con hijos que tienen lo que el Dr. Zucker describiría como trastorno de identidad de género.

 

Sin embargo, Ehrensaft no utiliza esa diagnosis.  Ella denomina a los niños como Bradley y Jonah de transgénero.  Y, a diferencia del Dr. Zucker, cree que los padres no deben tratar de modificar el comportamiento de tales niños.  De veras, cuando Joel y Pam vinieron a consultar con ella, les recomendó que Jonah no se sometiera a ningún tipo de tratamiento psicológico.  Pam dice que Ehrensaft cree que transgenerismo en sí no es un comportamiento maladaptivo, así que no vale la pena que Joel y Pam traten de curarlo.

 

“Ella lo dejó muy claro, sabes, que, con tal que Jonah no experimentara ninguna depresión, ni ansiedad, ni cualquier otro síntoma que indicaría la necesidad de terapia, entonces un niño no debe someterse a tratamiento si no lo necesita,” dice Pam.

 

Ehrensaft finalmente sugirió que Joel y Pam permitiera que Jonah viviera como una niña.  Cuando llegó a tener cinco años, Jonah se les expresó claramente a sus padres que quería vestirse de una niña por tiempo completo, es decir, que quería ser considerado una niña.  Quería que ellos la llamara de “hija.”  Y, aunque Ehrensaft no sugiere que todos los niños que expresan una flexibilidad de género vivan en el papel del sexo opuesto, creía que era lo apropiado en el caso de Jonah.

 

El año pasado, cuando comenzó el parvulario, Jonah asistió como una niña.  Usaba vestidos, y su profesora y sus compañeros le llamaron de “ella.”  Inclusive cambió su nombre, de Jonah a Jona, y era una transformación completa.

 

Al principio Joel y Pam eran ansiosos, pero sus preocupaciones pronto desaparecieron.

 

Joel recuerda, “En la escuela tienen lugar estas reuniones con los padres, sabes, y les preguntábamos, ‘¿Cómo le va?  ¿Tiene problemas con los demás estudiantes?’  Y la profesora nos dijo, ‘Dios, tengo que decirles a Uds. que Jona es una de los estudiantes más populares.  Ella les gusta a los demás, los demás quieren jugar con ella, ella sabe divertirse, y todo porque se siente tan cómoda consigo que como resultado los otros estudiantes se sienten cómodos también.’”

 

Fue un poco más tarde que Joel y Pam comenzaron a llamarla de “ella.”

 

Dos Familias, Dos Terapeutas, Dos Enfoques

 

Los tratamientos que practican Zucker y Ehrensaft son radicalmente diferentes, y por eso deben producir resultados bien diferentes.  De hecho, Zucker y Ehrensaft ilustran la división que existe dentro de la comunidad de profesionales de salud mental sobre el tratamiento más eficaz para niños como Bradley y Jonah.

 

Esta divisón es tan marcada que los dos lados comparten poco.  Inclusive comparten poco respecto a la manera que conciben el asunto.  Terapeutas como Ehrensaft generalmente consideran transgénero niños como Bradley y Jonah, y consideran transgenerismo relacionado a homosexualidad.

 

Hace treinta y cinco años, se consideraba la homosexualidad un trastorno mental, y una patología tan seria que fue requerido una intervención terapeutica agresiva.  Según el Dr. Jack Drescher, ex Presidente del comité de asuntos gay y lesbiana de la Asociación Psiquiátrica Norteamericana (APN), uno de los tratamientos utilizados era tratar de extinguir la preferencia homosexual por conectar a los homosexuales a máquinas de electrochoque y chocarlos cada vez que experimentaban excitación por pornografía homosexual.

 

Hoy, en cambio, la opinión de la APN es que no es ético cualquier tratamiento que intenta cambiar un homosexual en un heterosexual.  Ya se considera la homosexualidad una variación normal de comportamiento humano, así que un terapeuta puede tratar a una persona que luche con el estigma social asociado con ser homosexual, pero los terapeutas que siguen las pautas de la APA no tratan la homosexualidad en sí.

 

Ya que Ehrensaft cree que el transgenerismo es relacionado a la homosexualidad, ella opina que no es ético el tratamiento que utiliza el Dr. Zucker, que trata de extinguir la identidad transgénera.

 

Pero el Dr. Zucker no está de acuerdo.  Zucker dice que la analogía a la homosexualidad es equivocada.  Propone otra analogía, la de “trastorno de identidad racial.”

 

“Imagínese que hubiera un clínico y entró en el consultorio un niño negro que dijo que quería ser blanco.  ¿Ud. cooperaría en eso?  Creo que no,” dice Zucker.

 

Si un niño negro entra en un consultorio diciendo que realmente es blanco, la meta de cualquier terapeuta sería tratar de convencerle a sentirse cómodo con ser negro.  El terapeuta asumiría que las creencias equivocadas del niño surgieron de un ambiente desordenado—o en la familia o en la cultura—que lo condujo a empeñarse en una fantasía equivocada y peligrosa.  Así es que Zucker piensa de los niños con trastornos de identidad de género—que hay un desorden que produce este comportamiento.

 

El error de los que lo oponen, argumenta Zucker, es que creen que es principalmente la biología que produce los trastornos de identidad.  Esto, según Zucker, es asombrosamente ingenuo e ignorante.

 

Zucker ha llegado a creer que la aceptación de la idea que algunos niños nacen transgéneros da el resultado de más niños transgéneros.

 

“Por declarar que un niño es transgénero a una edad de, digamos tres o cuatro o seis años, y luego decir más o menos que debemos ir con la corriente, sea lo que sea, eso influenciará cómo desarrolla la identidad de género del niño,” dice Zucker.

 

Otra manera de decirlo es que permitir a un niño como Jonah transicionar de género en el parvulario tendrá el efecto de dirigirlo hacia ser un adulto transgénero.  Para Zucker, no se puede etiquetar definitivamente a ningún niño como transgénero antes que tiene diez u once años.  Dice que son flexibles las identidades de género de los niños.  Y añade que inclusive un niño como Jonah, que parece consistente desde que tenía uno o dos años, puede cambiar.

 

Por su parte, Ehrensaft dice que es demasiado absoluta la postura de Zucker.  Aunque está de acuerdo que es necesario diagnosticar con cuidado extremo antes de etiquetar a un niño como transgénero, sí es al menos posible hacerlo.  Y Ehrensaft tiene tanta desaprobación hacia el enfoque terapeutico como él tiene hacia lo de ella.  Ella dice que es una equivocación quitarse a un niño sus juguetes, controlar quienes son sus amigos y los dibujos que hace, e inclusive los colores que usa.

 

“Para mí, ésa es una terapia de coacción,” dice Ehrensaft.  “Y no creo que los profesionales deben coactar a los pacientes.  Yo diría que, de todos los niños que he tratado que también experimentaron el tipo de terapia que practica Zucker, ningún salió mejor--todos salieron peores.”

 

Para Ehrensaft, son claras las lecciones de los tratamientos antiguos para homosexualidad--tratamientos que buscaron a “curar” a los pacientes de sus deseos homosexuales.

 

Ella dice, “Si dejamos que las personas se desarrollen y permitimos que sean quienes realmente son, promovimos la salud.  Y si tratamos de restringir a las personas y suprimirlas, promovimos mala salud.”

 

El problema del Color Rosado

 

Parece la verdad, por lo menos al corto plazo, que Bradley, el hijo de Carol, está luchando de cierto modo con el tratamiento de Zucker.  Carol dice que era especialmente difícil al principio.

 

Ella dice, “En esa época Bradley era bien más emocional…se agarraba a mí y no quería más asistir a la escuela.  Inclusive una cosa pequeñita podía provocar, sabes, un gran ataque de llorar.  Y parece que se sentía muy pesado y muy emocional.”

 

Bradley ya lleva ocho meses de terapia con Zucker, y Carol dice que todavía no va bien durante las ocasiones infrecuentes cuando no puede evitar que Bradley sea expuesto a juguetes de niñas, por ejemplo durante visitas a parientes.

 

“Es realmente muy difícil para él.  Bradley desaparece y lo encontramos jugando con muñecas, con Polly Pockets y todo que lo atrae.”

 

En especial, hay una cosa típicamente femenina—ya prohibida—que su hijo en absoluto no puede resistir.

 

Carol dice, “Bradley realmente lucha con el color rosado.  Casi no puede tolerar mirar ese color.  Es como un adicto, y dice ‘¡Mamá, no me lleves por ahí! ¡Cierra mis ojos!  ¡Cubre mis ojos!  ¡No dejes que yo vea esas cosas, son todas rosadas!’”

 

De todos modos, Carol dice que Bradley ha progresado hasta cierto punto--dice que ya puede jugar con los niños, que tiene unos amigos, y que declara que le gustan las cosas de niños.  Y hay otras señales de cambio.

 

Carol dice, “Bueno, Bradley ya nos dice que no sueña más que es una niña, y estamos felices saber eso.  Todavía es algo quisquilloso si le preguntamos, ‘¿Quieres ser una niña?’  Contesta, ‘¡No, NO!  Estoy feliz siendo un niño.’  Nos da ese tipo de respuesta automática.  Creo que estamos en una etapa en que Bradley cree que tiene una vida doble.  Todavía estoy bastante cierta que Bradley pasa todo el tiempo en la escuela con las niñas, y sabe comportarse de una manera ahí y cuando regresa a casa hay una lista de expectativas diferentes.”

 

A pesar de estas dificultades, Zucker obviamente cree que es importante al menos tratar de cambiar.  Destaca que es grande la dificultad de vivir como el sexo opuesto, una decisión que no se debe abrazar casualmente.

 

Zucker dice, “No tiene que ver con tratamientos médicos menores.  Es necesario tratamiento hormonal durante toda la vida, y cirugía seria y mayor.

 

Jonah, Ahora Jona

 

Por su parte, Joel y su esposa Pam dicen estar plenamente felices con la decisión que hicieron.  Joel dice que ya piensa de Jonah como su hija, y dice que ella—Jona—está prosperando.

 

“Dejada libre para ser quien es, sin restricciones, ella ya está tan cómoda con su propio ser; es algo maravilloso.”

 

Con respecto a cual de estos modos de terapia prevalece en los Estados Unidos, Ehrensaft dice que no cabe duda.

 

“Lo de Zucker,” dice ella.

 

Ehrensaft espera que esto cambiará.  Dice que las opiniones profesionales al respecto están en una etapa de flujo increíble, y que el tratamiento de niños transgéneros ha emergido como una cuestión de derechos humanos, del mismo modo como el tratamiento psiquiátrico de homosexuales durante los años setenta.

 

Mientras tanto, el enfoque de Zucker continúa a prosperar.  Zucker dice que casi ochenta niños están en la lista de espera en su clínico de Toronto.   

 

 

 


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