Woman’s Own magazine (UK)

14 junio 2004

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La valiente decisión de mi hija

 

Anke dio a luz a un chico, Johannes, pero ahora él es Johanna.
Esta es su maravillosa historia…
 

Por Hannah Cleaver

Fotos de Karsten Thielke

 

Traducido por Araneta

 

Deutsch, English, Français, Italiano

 

 

Con muchos nervios, Anke llevó a su hija, Johanna, al colegio. Vistiendo una falda, con su largo pelo rubio cuidadosamente peinado, esta niña de ocho años tenía la misma imagen que cualquiera de sus amigas.

 

Mientras Anke, de 44 años, se despedía de Johanna, la ansiosa madre rezó silenciosamente, esperando que su hija fuera lo suficientemente fuerte para hacer frente al día que tenía por delante.

 

 En cuanto a la decision de Johanna de ir con falda a la escuela, dicha decision fue recibida con innumerables burlas, intimidación e incluso con llamadas de queja a su escuela, cerca de Hamburgo. Y todo porque Johanna había sido Johannes, un chico, un chico que deseaba desesperadamente vivir como la chica que sentía que había sido siempre.

 

Ahora, con 14 años, Johanna es la persona más joven en Alemania a la que se le ha dado permiso para tomar medicamentos que evitarán que se convierta en un hombre y le ayudarán a desarrollarse más femeninamente.

 

 

              

 

 

Johanna recibe inyecciones mensuales de hormonas que neutralizan la testosterona para parar la pubertad masculina, y toma diariamente pastillas de hormonas femeninas que contienen estrógeno, que han empezado a darle curvas femeninas a su cuerpo.

 

'Ahora me siento como una chica normal', dice Johanna. 'Desde que tenía dos años, preguntaba a mis padres si era un chico o una chica, y cuando ellos me decían que era un chico, lloraba. Me negué a llevar ropas de chico en casa, y cuando estaba en la guardería siempre jugaba con chicas, nunca con chicos'.

 

 A pesar de la resistencia de otros miembros de su familia, Anke no reprimió el deseo de Johanna de vestirse y actuar como una niña. ' La gente decía que estaba educando a mi hijo incorrectamente y convirtiéndolo en una chica, pero yo sabía que estaba haciendo lo correcto', dice Anke.

 

Pero cuando Johanna se acercaba a la edad en la que debía empezar la escuela primaria, Anke estaba cada día más nerviosa, y le contó sus preocupaciones a un terapeuta, que la estaba tratando de problemas de espalda y brazos. El terapeuta, que casualmente también era un psicólogo que se estaba especializando en transexualismo, sugirió a Anke visitar al experto en género Hans Georg van Herste. Él le confirmó que cerca de una entre mil personas experimentan problemas de transgenerismo.

 

'Fue un gran alivio saber que Johanna no estaba sola', dice Anke.

 

 

Aunque ahora sabía más sobre temas de género,  Anke decidió vestir a Johanna como un chico durante el primer año en la escuela. Él verano siguiente, Anke y Hans Georg van Herste comentaron si Johanna estaba preparada para empezar a vestirse de niña en el colegio. 'Se lo preguntamos a ella, y ella dijo que sí,' dice Hans Georg. 'Ella estaba firmemente decidida a hacerlo'.

 

'Pero yo quería que ella estuviese totalmente segura,' dice Anke.

 

'En casa y en la calle ella me tenía a mí para protegerla, pero en la escuela ella estaba completamente sola.  Yo le dije que la apoyaría en lo que decidiera, pero en mi interior, estaba aterrorizada. Sabía que la oposición  a la que inevitablemente tendría que hacer frente sería cada vez mayor mientras iba creciendo.'

 

 Pero Johanna estaba decidida, y ese verano Hans Georg y Anke  hablaron con profesores y padres de la escuela para hacerles saber que desde el inicio del curso siguiente Johanna se presentaría como una chica, y para pedir su apoyo.

 

'El primer día, regresé a mi aula habitual. Algunos chicos me lanzaron miradas extrañas, y las chicas vinieron y me hicieron preguntas, pero mis amigas me contaron que estaban contentas y orgullosas por ser tan valiente', dice Johanna.

 

A pesar de las burlas,  Johanna creció con confianza en sí misma. Aunque tres años más tarde tuvo que dejar la relativa seguridad de su escuela primaria y entrar en un entorno más duro, el de la escuela secundaria. Ahora, tendría que luchar para ser aceptada como una chica otra vez. Y esta vez,  contra una oposición mayor.

 

'Algunos de mis profesores me llamaban Johannes deliberadamente, porque decían que ese era mi nombre en mis documentos oficiales', dice Johanna.

 

Las clases de natación también presentaron dificultades, por ejemplo cómo esconder su pene en el bikini o qué vestuario utilizar. ' No se me permitió utilizar el vestuario de las chicas, ni el de los chicos. Así que al final, tuve cambiándome con los profesores', nos cuenta Johanna.

 

Algunos de los peores ataques provenían de los padres de otros niños. La escuela recibió llamadas anónimas exigiendo que  “aquel monstruo” desapareciera de clase. Anke le ofreció todo su apoyo. 'Johanna venía y me contaba que le habían llamado monstruo o hermafrodita, y yo le contaba que cuando era pequeña también se burlaron de mí porque era muy bajita. Le decía que ella había hecho su elección y que ahora tenía que defenderla'.

 

El siguiente obstáculo al que Johanna tuvo que hacer frente fue al inicio de la pubertad.

 

'En ese momento, nos pusimos en contacto con una transexual adulta que nos lo contó todo acerca de ella. Ella es una mujer ahora, pero no se hizo la operación de cambio de sexo hasta que tuvo 40 años.

 

 Después de haberla visto, Johanna estaba decidida a evitar desarrollar los grandes hombros, la ancha mandíbula y la voz profunda de un hombre adulto', nos dice Anke. Pero para lograr esto, Johanna necesitaba bloquear la testosterona que su cuerpo pronto empezaría a producir. El siguiente paso fue encontrar un endocrino que la ayudara a regular su producción hormonal. Fue una carrera contra el tiempo.

 

Después de encontrar un profesional que la comprendía, Anke, Johanna y Hans Georg tuvieron que persuadir a un tribunal ético compuesto de médicos, abogados y un sacerdote para que les dieran el permiso legal necesario para continuar con el tratamiento hormonal de Johanna.

 

Anke y Johanna lograron convencer a los expertos de la validez de su caso, y el tratamiento hormonal comenzó. Y aunque la actitud de la gente sea todavía tibia, la aceptación de Johanna ha ido en aumento desde que ella y Anke contaran su historia en un programa de televisión alemán. Ahora, la gente le para  a veces en la calle, pero con intenciones positivas: la felicitan por su coraje en vez de criticarla

 

La perspectiva de la operación de cambio de sexo es todavía lejana, ya que todavía faltan unos cuántos años, pero Johanna espera impaciente a la operación. 'Nunca consideré a mi pene parte de mí ', dice.

 

En estos momentos, ella y su madre Anke están intentando que el sistema burocrático alemán les permita cambiar su nombre de Johannes a Johanna en su documento de identidad oficial, una lucha que saben que puede ser larga.

 

'Los padres deben mantener sus oídos y ojos bien abiertos en lo referente a sus hijos. Hay muchos niños como Johanna, que es por lo que decidimos hacer pública su historia ', cuenta Anke. ' Muchos de ellos ya son adultos, pero cuando eran niños, sus padres y las escuelas donde acudían escondían el problema, que permanecía oculto durante muchos años. Eso tiene que cambiar '. 

 

 

 

 

 

 

El efecto de la decisión de Johanna

 

Con 14 años, Johanna es  la persona más joven en la historia legal de Alemania a la que se ha concedido permiso para recibir inyecciones de hormonas femeninas. Cuando la comisión ética en Alemania aprobó su solicitud, abrió el camino para que futuros casos de transexualidad fueran tratados con un punto de vista más favorable. Incluso la prensa alemana reconoció la valentía de Johanna, ya que el respetado periódico Bild apoyó la campaña de Johanna y Anke por la aceptación pública de su derecho a ser considerada una chica.

 

 

 


 

 

                

 

 

 


 

 

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